Por supuesto. Pero qué van a hacer y cómo no queda tan claro. Al final, como ya ha ocurrido en anteriores ocasiones, se volverá a votar con el corazón más que con la cabeza. Si fuera el voto algo basado en propuestas y programas, todo el mundo ya lo tendría claro. Pero no. Hay, dicen, alrededor de un 30% de indecisos. Y eso sólo se explica si tenemos en cuenta que, aparte de saber lo que no queremos, lo demás se mide según sentimientos y sensibilidades. Habrá que echar de nuevo una moneda al aire. Al menos nos entretendremos el domingo siguiendo la evolución del partido, para ver quién sube, quién baja, quién golea... Nos valdrá para matar esas grises horas que encierra la tarde del domingo. Los resultados condicionarán la continuidad de los entrenadores. La caída de unos conllevará que arrastren a decenas de cargos directamente vinculados con la gestión portuaria y logística nuestra de cada día. Todavía se tardará, porque habrá que hacer pactos, y las negociaciones, con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina, no van a ser fáciles. Pero en cuanto, dentro de unas semanas o unos meses, tomen posesión de los cargos los mismos o los nuevos, es bien seguro que se activará el cambio de directivos en todas partes. Las fichas de dominó caerán y arrastrarán unas a otras. No saldrán tantas fichas como se pudiera pensar, pero si se moverán de sitio. Hasta la próxima partida, en la que los que deciden en nuestro sector se vuelvan a reubicar en cuanto se vuelvan a cambiar sus jefes. Pasa en los altos cargos de la administración logística y portuaria de nuestro país como el sector en general. Que no sobran los que sepan de algo tan complejo como nuestro mundillo logístico. Por tanto, cuando hay que nombrar nuevos cargos se suele recurrir a los conocidos de antes. Aunque, si se rompe el bipartidismo, puede que vivamos algo nuevo, algo distinto: la llegada de nombres y apellidos que no conocemos. Si no los conocemos es seguro que no son del sector, porque aquí nos conocemos todos. Eso tiene su lado malo, ya que pueden estropear lo bueno y bonito que se ha creado en logística en España. Pero también tiene la ventaja de que se pasará el testigo a quienes quizás logren eso tan difícil que no ha conseguido nadie desde hace mucho tiempo, mejorar el sector. Es como si jugando al siete y medio tuviéramos siete. Lo normal es no pedir carta y custodiar la buena mano que tenemos. Ahora la carta puede ser que nos llegue por narices, y nos permita comprobar nuestra teoría de que es muy difícil, aunque muy posible, hacerlo mejor, y especialmente fácil hacerlo peor. A falta de fútbol, no son malas emociones estas. El sector lo sabe y la expectación es máxima. Antes nos enterábamos del quienes eran los nuevos cuando ya estaban en la cocina sentados. Sigamos atentos. Al fin y al cabo, la cocina es nuestra.