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De cartón piedra

A mí esto del tren de mercancías Madrid-Yiwu o Yiwu-Madrid (se lo dejo a su elección) me desconcierta, tal vez porque me lo están vendiendo los políticos y no los logísticos, pero el caso es que entre tanta pancarta, tanto atril, tanta bandera, tanto discurso en chino y tanta maqueta como souvenir uno tiene la sensación de haber aterrizado en Almería y estar en un “spaghetti western”, con las locomotoras huecas y los vagones de cartón piedra.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 18:46

Tras el proyecto hay una planificación seria y compleja, pero el espectáculo de tanto recibimiento oficial y tanto marketing de todo a cien termina por rozar la teatralidad porque la logística es inmediatez, es precisión y, en cambio, por segunda vez salí el lunes de Abroñigal con sensación real de paripé.Todos compramos el eslogan del tren con mayor recorrido del mundo y la gente se sube a la locomotora como si fuera a circundar medio planeta Tierra; y se asoman desde el pescante y saludan victoriosos y saltan al suelo raudos no sea que por un despiste terminen atrapados rumbo a la otra parte del globo; y se agachan a fotografiar las ruedas de los vagones como si fueran a deslizarse a lo largo de 13.021 kilómetros; y miran al maquinista con admiración, no sin darle antes una palmadita en la espalda, preguntándose si dormirá a los mandos o si en la cabina habrá cama; pero lo cierto es que ni esa máquina, ni esos vagones, ni ese maquinista, que dormirá pasado mañana en su casa, jamás llegarán nunca a China, pues en Irún los contenedores se suben a otros vagones, tirados por otra locomotora, conducida por otro maquinista y así hasta media docena de veces antes de llegar a su destino, o sea, no un tren, sino la suma de muchos trenes, es decir, logística.El mejor ejemplo de este trampantojo es cuando te dicen que el primer convoy Madrid-Yiwu partió en pruebas en enero con dos vagones. En fin.Lo chocante es que es tanto el oropel en torno a este proyecto que, al final, es imposible que cuadre todo lo que te dicen. Anuncian que el tren parte con 30 contenedores y uno cuenta el convoy inaugural con su inseparable pancarta y resulta que sólo hay 20. Luego miras alrededor y ves contenedores similares cargándose en esos momentos con palés de los mismos productos y supones que, 10 minutos después de que se hayan ido las autoridades, el tren volverá por donde ha venido para seguir cargando. Y nos parece lógico por razones de protocolo, lo mismo que el hecho de que el primer tren de importación que inauguró el trayecto estuviera esperando más de medio día en la terminal a que apareciera la ministra. Pero claro, uno se pregunta, ¿qué logística quieren transmitir? ¿Qué mercancía es esta que recorre el mundo y da lo mismo cuando llega y cuándo se va? ¿Qué mensajes estamos lanzando al público en general?En los discursos las autoridades insisten en que el tren tarda 21 días, frente a los 30 del barco, obviando los servicios de importación marítima con un tránsito muy similar. Más marketing.Ahora bien, lo trascendente es que se trata de un tren que llegó en diciembre y que va a tardar medio año en regresar. ¿Qué logística real soporta esta espera? ¿Qué mercado puede responder a este interminable arranque? Dijeron el lunes que el tren transporta vino, aceite, zumo y agua mineral... con gas, curiosa coincidencia que nos traslada a la máxima dorsiana de lo experimental.Sólo me hace dudar el desbordante entusiasmo de las autoridades chinas, con una implicación que me lleva a pensar que o bien les mueve el principio de obediencia a su presidente, impulsor de la ruta; o bien el carácter de proyecto grandilocuente; o bien que hay negocio de verdad y que todas estas zarandajas deben ser para despistar... o no.