Cierto es que a la Comunidad Valenciana le crecen los mandatarios sinvergüenzas por todas partes, hasta cuajar la peor imagen posible de corrupción y despilfarro. Mucho pedir sería que, a la hora de informar de tanta vileza y tanta chapuza se fuera preciso o, incluso, se minimizaran las exageraciones y las generalizaciones. No se confundan, no seré yo quien defienda eso de "matar al mensajero". Ya me libraré mucho de ello. El problema, cuando hay un caso de corrupción, no es, así lo creo, publicarlo mucho y cuanto antes. El problema es la corrupción. De acuerdo. Aún así y aunque yo haga lo mismo, duele. Ese dolor se vuelve enfado cuando se tergiversan los datos o directamente se miente, con el único afán de alimentar el bombo y el platillo, caiga quien caiga, aunque quien caiga no merezca en absoluto caer. O cuando se dedican páginas a difundir noticias que dan mala imagen, aunque no tengan una importancia más allá del morbo o la anécdota, mientras se dejan otros datos matemáticos de éxitos en los tráficos, récords, progreso y puestos de trabajo en un rincón, cuando no en el olvido. Multiplicar tráficos, recuperar liderazgos, avanzar con firmeza, aparecen poco o nada en las páginas de nuestra amada prensa generalista. Mientras, nos encontramos campañas, de publicación diaria de cualquier tema que pueda ser escabroso, sin importar que la imagen del principal cauce de la economía valenciana sufra un nuevo ataque sobre su línea de flotación. Suelo viajar por esas tierras nacionales o internacionales semana sí y semana también. Esto me sirve para constatar que hay cosas en común en unos territorios y en otros (el victimismo, por ejemplo), mientras que hay cosas en las que determinadas zonas son totalmente singulares. Valencia es única atacándose a sí misma. Es, por supuesto, totalmente aceptable enfocar los temas desde distintos puntos de vista, siempre que no se mienta, para defender el pan propio y la imagen que nos da de comer. Lo que aquí se hace en más ocasiones de las deseadas, en más medios de los que quisiéramos, es desenfocar y a veces mentir, para ampliar la "mascletà", independientemente de si lo que estamos quemando son petardos, petardas o "petardás". Hoy, mañana, o pasado, volveremos a leer cosas relacionadas con el Puerto que transmitirán negatividad y mala imagen concreta, aunque el fundamento para ello sea pequeño o inexistente. Con las estadísticas batiendo récords históricos día sí y día también, con las terminales aumentando la productividad y con buen ambiente social, el Puerto sigue fuerte y preparado para el futuro, aunque de eso se publique poco a veces, a veces nada y siempre menos de lo que se debiera. Ahora bien, si un directivo tiene un amante o si la abuela fuma, eso, todos los días. Si hablamos de limpiar la imagen de estas tierras, primero hay que quitar la suciedad, la mierda, para que me entiendan, que es absolutamente demasiada, pero luego, o al mismo tiempo, no vendrá mal limpiar el escaparate y los cristales por los que pasa nuestra imagen. Si la porquería está en el cristal, lo que mostremos siempre se verá sucio.