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Cuello de botella

Había diseñado de víspera el trayecto con total precisión. Matemático. No podía fallar. De hecho no había fallado hasta entonces ni una sola vez y las condiciones meteorológicas eran las perfectas para que las previsiones volvieran a cumplirse. Y es que hay épocas del año en las que completar el trayecto Bilbao/Vitoria-Gasteiz resulta poco menos que una aventura ártica. Pero no era éste el caso.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 19:03

Los medios de transporte, la hora y el lugar de salida, el recorrido, la hora y lugar de llegada al punto de transbordo, el transbordo, la hora y el lugar de llegada al destino... En definitiva, los distintos eslabones de la cadena de transporte estaban conveniente dispuestos y organizados para asegurar una logística eficiente. Y sobre todo, sostenible, porque ante todo, uno cree firmemente en ese modelo de transporte sostenible hacia el que, de forma imparable, nos dirigimos. Por propio convencimiento, por obligación o por pura necesidad. Uno ya no sabe muy bien por cuál de las tres vías llegará pero el futuro es sostenible. Y si no lo es, es que no habrá futuro. Y punto.El caso es que mi plan logístico, además de sostenible, era intermodal. Debía llegar a Vitoria-Gasteiz y aparcar mi coche a las afueras en un aparcamiento disuasorio llamado "Intermodal" para tomar a continuación en una parada también llamada "Intermodal" el tranvía que debía llevarme a escasos metros del escenario de la celebración de la jornada Transmodal 2015 organizada por la Cámara de Comercio de Álava y la Autoridad Portuaria de Bilbao.Y llámenlo paradoja, mala suerte o casualidad, pero apenas comenzó a recorrer los primeros metros desde la parada "Intermodal", el tranvía se detuvo y el conductor invitó a los pasajeros a abandonar el vagón ya que la avería de otra unidad había colapsado el sistema tranviario de la ciudad. Sin ningún autobús ni taxi a la vista y la hora del inicio de la jornada acechante, apreté el paso para tratar de llegar a tiempo al acto inaugural. No lo logré. Quise atribuirlo a la casualidad o a la mala suerte, pero mi primera reacción fue maldecir mi vocación intermodal y arrepentirme de no haber invadido con mi coche el centro de la ciudad y así no depender de otros modos de transporte. ¿Paradoja? No, un simple cuello de botella. El fallo de uno de los eslabones de la cadena logística. Uno de los factores clave para que todo proceso logístico se lleve a cabo con éxito es la identificación de los principales problemas y cuellos de botella que se presentan en la cadena logística, y que lastran la competitividad de las empresas. Lo que no se mide, no se puede administrar.En Transmodal 2015, las referencias a los cuellos de botella fueron permanentes. El presidente del Puerto de Bilbao, Asier Atutxa, calificó como tarea prioritaria la detección e identificación de los cuellos de botella ferroviarios para asegurar una intermodalidad eficiente; el gerente de Proyectos Logísticos de Renfe Mercancías, Javier Marcide, se refirió a los cuellos de botella que provocan las actuales ineficiencias logísticas y el director de Euskotren, Imanol Leza, identificó algunos cuellos de botellas que afectan al ferrocarril en Euskadi. Sin embargo, más allá de los cuellos de botella físicos que aún abundan en España, tal vez el mayor cuello de botella sea la falta de una verdadera competencia en el mercado ferroviario de mercancías a pesar de su liberalización. Se van dando pasos pero el camino es largo. Habrá que seguir creyendo en la intermodalidad. Y en el tranvía de Vitoria-Gasteiz, también.