Equivocarse es un derecho que como humanos nos corresponde y ejercemos en muchas ocasiones. Reconocer la equivocación es un paso adelante y hacerlo públicamente es para nota. Todo lo demás es bajeza moral y mediocridad, un estado en el que algunos se instalan con demasiada comodidad.Llegan nubarrones electorales, y con ellos esas lluvias de primavera que no acaban de gustar ni a unos ni a otros. En mi caso, e imagino que coincido con muchos de ustedes, ya casi me conformo con que no me engañen. Incluso daría por bien empleado mi voto si llegado el momento el partido escogido me sorprendiera entonando un mea culpa.Pero me temo que no. Nuestro país es lo suficientemente grande y plural como para recordarnos que todos, unos y otros, han tenido la oportunidad de hacer las cosas bien, de comportarse como lo haría cualquier ciudadano honrado ante un escándalo mayúsculo... y no lo han hecho... por un puñado de votos.Descartado ya el idílico discurso de la honestidad, a uno le entran ganas de tirar de profesionalidad y rebuscar entre los programas algo de aquello de lo que realmente entendemos (si es que en realidad sabemos mucho de algo). Pero tampoco. De hecho les reto a que encuentren en un programa de este tipo algo más que banalidades y obviedades. Qué lástima.Llegados a este extremo, en el que el pesimismo se apodera del futuro, no nos queda otra que mirar adelante y buscar respuestas donde parece que no las hay. Y esas respuestas siempre están en la personas. No lo duden.Es necesario que devolvamos a cada uno el valor que tiene y en nuestro caso no nos queda otra que seguir poniendo caras al sector. Tenemos que situar a la persona, en todo su valor, al frente de todos nuestros proyectos e inquietudes.Al final las personas se definen por lo que hacen, no por lo que dicen que hacen, y es ahí donde debemos afinar la puntería a la hora de apostar por quienes queremos que formen parte de nuestro particular universo.Les animo a que en estas semanas previas a las elecciones hagan un viaje hacia la persona y traten de buscar un poco más allá. Es complicado pero hay señales que no engañan.Nuestro sector, tan deshumanizado e impersonal en tantas ocasiones, ha conseguido ser referencia de la economía mundial gracias a la intervención humana. Afortunadamente, las empresas, asociaciones e instituciones siguen estando dirigidas por personas, para bien y para mal, y así seguirá siendo.Me dirán que también somos las personas las causantes de muchos de los fracasos con los que nos encontramos cada día. Es cierto. Pero nadie dijo que esto fuera fácil.