Y no es este el lugar más indicado para debatir las posibilidades reales de que a medio plazo el ser humano deje de depender del petróleo, debido a un previsible salto tecnológico con la energía azul, o verde, o el color que quieran darle; ni para saber si, por el contrario, consumiremos hasta la última gota del último pozo de crudo. Lo que tenga que ser será, y ni usted ni yo tenemos poder para cambiar las cosas por mucho que los Iberdrolas de turno nos quieran vender su moto verde, azul o lila. Eléctrica, claro. El caso es que la cita me resuelve un párrafo de la columna y me da pie al argumento de fondo del mismo.Llevado a nuestro terreno, el logístico, y más concretamente al portuario, la tendencia hacia la automatización de un mayor número de labores portuarias plantea también la transición hacia un nuevo paradigma en el que la relación entre máquina y trabajador, entre éste y la empresa, vuelve a redefinirse, al igual que lo ha venido haciendo cuando se han producido cambios, fruto de la propia evolución del trabajo portuario o de una ruptura como la que provocó la irrupción del contenedor en los 60.Lo cierto es que, en lo que se refiere a la estiba, tal paradigma aún está lejos de definirse si bien se adivinan sus trazos gruesos. Si la automatización de las terminales permite manejar mayores volúmenes de mercancías, cuando menos de forma tan eficiente como con los procesos manuales y con un coste significativamente menor, tarde o temprano la automatización acabará imponiéndose. Además del factor económico, dadas las elevadas inversiones necesarias, el factor social es crucial y a pesar de que la reacción inicial de los sindicatos de estibadores suele ser de desconfianza, cuando no de oposición directa, también son conscientes de que a pesar de la inevitable perdida de puestos de trabajo, se abren también nuevas oportunidades para puestos de mayor cualificación y bien retribuidos, más si cabe. Pero, como siempre, el equilibrio perfecto, si es que éste existe, es una ecuación harto complicada de resolver.Pero dando por hecho la inevitabilidad de la automatización de las operaciones portuarias, al igual que lo fue la mecanización y la containerización (basta recordar el acuerdo "Mechanization & Modernization" alcanzado en 1961 por patronal y estibadores en San Francisco en 1961), cabe hacerse dos preguntas: ¿cuándo iniciar el proceso? ¿Cuánto dinero invertir?Mientras tanto, el diálogo social continúa siendo la pata fundamental sobre la que construir el nuevo paradigma. Y ya que hemos hablado de la Edad de Piedra, saco aquí a colación la intervención del europarlamentario cristiano-demócrata griego Margaritis Schinas en un debate de 2008 sobre la política portuaria europea y en la que decía que los puertos "tendrán que salir por fin de la Edad de Piedra y dejar de ser rehenes de los sindicatos para poder funcionar de manera transparente, reducir la burocracia y abrirse a más horizontes comerciales". Volviendo a la cita del ex-ministro saudí de Petroleo, y dándola por válida, cada cual sabrá si quiere más o menos piedras, más o menos herramientas de bronce o una combinación de ambas. Pero lo que está claro es que, también en el sector portuario, las edades empiezan y acaban. Si lo hace con paz social, tanto mejor.