Además, el descenso del precio del petróleo se refleja en la caída en gasolinas y gasóleos, beneficiando por un lado al consumidor, que puede destinar el dinero a la compra de otros bienes; y por otro a la distribución, que en España se hace en su mayoría por carretera por lo que el precio del combustible impacta de forma importante en el precio final de los productos.Sin embargo, la caída del precio del crudo también tiene consecuencias negativas. Y no solo las más obvias, como pueden ser las que sufren los países productores, que ven caer sus ingresos peligrosamente.Con el precio del crudo por los aires, la búsqueda de energías alternativas, menos contaminantes, es muy atractiva y se intensifica porque interesa tener garantizado el suministro con fuentes de energía más baratas. Sin embargo, si el crudo está barato, ¿qué necesidad hay de buscar alternativas?El uso del gas como alternativa al petróleo había ganado muchos enteros en el sector del transporte en los últimos tiempos. No solo porque es una energía mucho más limpia, sino porque también es más barata. Sin embargo, la caída del precio del petróleo ha llegado antes de que el gas haya podido consolidarse realmente en el sector por lo que el crudo todavía está a tiempo de dar la vuelta a la tortilla. Las primeras señales de alarma respecto a la pérdida de atractivo del gas ya han saltado, tal y como quedó claro la semana pasada durante una conferencia centrada en el uso del gas como fuente de energía para el transporte de mercancías. Y en este caso, las consecuencias para España podrían ser realmente negativas. No solo porque tenemos todo el derecho a aspirar a tener un medioambiente más saludable, sino porque España es uno de los países más experimentados en esto del gas natural y que cuenta con mayores y más avanzadas infraestructuras en Europa.La Unión Europea tiene claro que el futuro pasa por la no dependencia del petróleo en materia energética pero, como siempre, el mercado manda y si las empresas no apuestan por la búsqueda de otras fuentes de energía el petróleo va a seguir reinando en el sector del transporte.La apuesta por el gas, o por otras energías limpias como la solar o la eólica, debe ser firme y basada en una estrategia a largo plazo, sin estar ligada a las oscilaciones del precio del petróleo. Garantizar el suministro de energía de un país a largo plazo y a un coste moderado es contribuir también al crecimiento económico de éste, por lo que la estrategia no puede depender de los vaivenes del precio del crudo en los mercados internacionales.Sería deseable, pues, que se siguiera apostando por la investigación y el desarrollo en el campo del gas natural, alcanzando logros que permitieran a España demostrar que esta energía es limpia y tan válida como el gasóleo para su uso en el transporte de mercancías.