En general, en el sector logístico, cuando le preguntas a alguien cómo va su vida, laboral, porque de la otra muchos ya ni se acuerdan, suelen contestar, casi todos, con expresiones amargas, rictus contraídos y detalles espeluznantes. Si tienen un grupo de empresas te van a hablar de aquella que funcione peor, por pequeña que sea y lejos que esté. Si sólo tienen una empresa, te hablarán del aspecto, mes o producto que peor funcione. Es una tradición, que a mí ya hasta me hace gracia. Eso del oscurantismo. De que nadie sepa. De aquello de "a quien quiera saber... mentiras con él" o medias verdades. No olvidamos que también en logística hay personas, empresas, sectores incluso, que lo han pasado, lo pasan y lo pasarán mal. Pero este sector nuestro, como muchas veces digo, es privilegiado. Estamos en un sector en el que el trabajo intenso y bien hecho tiene una recompensa mayor que en otros sectores. No es lo mismo acertar con una transitaria que con un bar. Coger la representación de una naviera potente que montar una revista. A mí me parece genial tener tantos amigos que vivan bien, que se ganen buenos sueldos o buenos beneficios. De entre ellos, prefiero, cada vez más, los que viven su profesión logística con la alegría y la vitalidad debida. Esos que cuando les preguntas cómo va, si es así, te dicen "de puta madre", sin ruborizarse, sin mirar para los lados. Y es que estos días, tras unos años realmente tensos e inciertos, las tercas matemáticas han vuelto a obsequiarnos con nuevos motivos de esperanza, de optimismo, de celebración. Los grandes puertos españoles están dando unas cifras de actividad como para celebrarlas. Estadísticas de récord, planes estratégicos que animan a ser ambiciosos, en un sector que tiene el techo tan alto, no puede dar lugar más que a celebrar que estemos en el mundo este de mover cosas de un sitio a otro. Está claro que hemos de exigirnos en la empresa, en el sector, sencillamente los mejores resultados posibles. Pero tener el techo alto, la meta lejos, no debe ocultarnos la importancia de ir alcanzando las metas volantes que ya hemos conquistado entre todos. Cambiemos las cosas a mejor. Es imprescindible. Pero desde el optimismo y la unidad del colectivo, de todos los profesionales logísticos. El enfoque, en la estiba, por ejemplo, ha de pasar por mejorar, olvidándonos de los salvadores del sector, que son los únicos que realmente se lo pueden cargar. Ya digo que me encanta rodearme de gente a las que le vaya bien o muy bien. Que nunca me voy a quejar de eso, salvo cuando, viviendo bien, les da por tocar las narices con conflictos, tensiones, malos modos y derivados. Den una giro de 360 grados a su alrededor y van a encontrar muchos ejemplos. Tan malo es quejarse de lo poco que nos falta sin valorar lo mucho que tenemos, como pensar que lo que cada cual tiene es gracias a cada cual, y a pesar del sector. No se equivoquen, determinados millonarios logísticos, si hubieran caído en otros sectores, aún trabajando más y mejor... se habrían muerto de hambre. Celebremos pues la suerte de ser logísticos y no desaprovechemos la ocasión de que nuestro sector, entre todos, con alegría, sea cada día mejor, más competitivo e, incluso, más rentable.