Y decía yo: ¡Coño! que hagan una con todas. A mí Grecia no me gustó. Claro que no la vimos bien, porque llevábamos media hora y preguntamos: ¿Qué país es éste? ¡Grecia! De nada. Y otra vez al autocar". Gila, Don Miguel Gila, el genial, único, el inolvidable Gila, ya lo dijo hace un buen puñado de años: "Grecia está...¡pero cómo está!" Hace también un buen puñado de años a los españolitos de a pie y a los europeos del norte y del sur, del este y del oeste, las elecciones griegas nos hubieran importado lo mismo que un accidente de bicicleta en Pekín: un carajo. Pero ya lo ven, nos hemos globalizado tanto, tanto, tanto, que hasta un accidente de bicicleta en Pekín puede tener su gracia si lo ves en youtube y unas elecciones griegas pueden ponerte los pelos como escarpias si crees que tus barbas tienes que poner a remojar porque las de un vecino has visto pelar. Fenómeno viral, el primero, y efecto contagio, el segundo, que les llaman.El caso es que algo gordo ha debido pasar en Grecia para que la prensa patria y la no patria se desayunara en la mañana de ayer lunes con titulares como "Desgrecia", "Grecia sacude a Europa", "Grecia se planta" o "Grecia desafía al euro". La verdad es que el mensaje que proyectan no es demasiado tranquilizador. Hay que ver cómo son los periodistas, que únicamente viven de dar malas noticias...Hacía ayer mi compañera Elena García en este mismo espacio, un llamamiento al consenso en las políticas de Estado dirigidas especialmente a las infraestructuras. "Logística sin política", pedía. Y no le falta razón. Una plataforma logística, una autovía, un puerto, no son ni de derechas ni de izquierdas. Un almacén, un camión, un barco, tampoco. Intrínsecamente, digo. Sin embargo, no escapan al marco regulatorio o de mercado que los poderes públicos, de uno u otro signo, según el caso, promueven desde los Gobiernos. El triunfo de la coalición de izquierda radical Syriza en Grecia deja, además de titulares catastrofistas, una profunda inquietud en la industria marítima del país heleno ante la posibilidad de que el nuevo Gobierno elimine las exenciones fiscales de las que gozan los navieros griegos, propietarios de la segunda mayor flota naviera del mundo. Además, los impagos fiscales en este sector han alcanzado los 140.000 millones de euros en los últimos 15 años según el semanario alemán Der Spiegel, que señala que debido a 58 regulaciones especiales en Grecia, unas 800 familias relacionadas con el negocio naviero están exentas de pagar impuesto alguno. Los armadores griegos pagaron 15 millones de euros en impuestos en 2012, mientras que los marineros de sus barcos pagaron 55 millones, según Der Spiegel. El sector sigue siendo, sin embargo, básico para la economía griega ya que las ganancias de la industria naviera suponen alrededor del 7% del PIB del país.Tal vez Grecia necesitara realmente una purificación emocional, corporal, mental y espiritual, una catarsis (kátharsis, según el término aristotélico) extensible también a la economía. Es posible. Mientras tanto, aquí, en Celtiberia, nuestra Syriza particular toma nota de la "tragedia" griega. Yo, cuando necesito una catarsis, voy a un lugar llamado San Mamés. Para bien y para mal. Y me basta.