Menú
Suscripción

Hasta reventar

Hace unos días pude ver uno de esos documentales que repiten una y otra vez en la tele. En esa ocasión hablaba sobre casos extraños de muertes masivas de animales. En concreto me llamó la atención la historia de miles de sapos que aparecieron muertos misteriosamente en una zona de Hamburgo hace unos años. Los científicos no daban crédito a lo que ocurría, ya que, además, los animales, todos machos, aparecían literalmente reventados, con sus órganos esparcidos por doquier. 

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 22:11

Finalmente se supo que los cuervos les arrancaban el hígado a los batracios, dejando una cavidad que hacía que se expandieran más de la cuenta los pulmones de los sapos, hasta reventar. ¿Cómo hacían los astutos cuervos para sacarles el hígado al sapo vivo?, con lo molesto que debe ser eso, añado yo. Sencillamente, los pájaros aprovechaban el momento en el que la víctima estaba totalmente distraída, ensimismada, absorta... copulando. No me pregunten por qué pero me acordé de algunas cosas que ocurren en el sector logístico de nuestros amores. Es un sector este, insisto, de tales magnitudes que acaba confundiendo a muchos. Sacamos papada, desplegamos plumaje... nos hinchamos de tal forma que se nos queda pequeño cualquier horizonte, cualquier espacio, con el consiguiente riesgo de explotar. A veces, por la importancia que nos damos, en base a tanta inmensa cifra, nos ponemos a fastidiar con pasión y nos distraemos en esa faena más de la cuenta. Además lo hacemos siguiendo esa tradición tan española de joder todo lo que se pueda a quien se pueda, no a quien se deba, nos pasamos el día focalizando nuestra atención a ese noble arte de dar por saco, dedicando buena parte de nuestras energías físicas y/o mentales a ello. Así, dejamos sin vigilancia a nuestros enemigos reales, desenfocando la verdadera envergadura de nuestras fuerzas, creyendo que nada nos puede pasar a nosotros, y menos cuando estamos tan a gustito, ahí, dale que te pego, jode que te jode. Aunque nos picoteen un rato, no vamos por eso a dejar luego de hincharnos todo lo que podamos, ignorando el dato de que igual tras los picotazos nuestro límite no es el mismo. Esto es logística, y hemos de estar pendientes de todos, para bien y para mal. Alertas, competitivos y, esto es lo más difícil, humildes de vez en cuando. La actitud debería ser la de vigilar las espaldas, no distraerse, tener frente a ti, no necesariamente debajo, a amigos y enemigos, negociar, negociar y volver a negociar. En vez de optar por esa actitud, se opta a veces por apostarlo todo al poder de nuestros pulmones, o de otros productos de casquería con igual final, en todos los sentidos. Si al amado lector no le viene a la cabeza ningún caso en el que aplicar esta fábula y su consiguiente moraleja, debe ser porque es de otro sector o de otro mundo. Los de este mundillo logístico nuestro estarán pensando en varias empresas, personas, actitudes a las que aplicar la anterior historia. Lo curioso, miren por donde, es que nadie va a pensar que me refiero a él o a su organización. La verdad es que algunos sindicatos, empresas, instituciones, directivos o políticos podrían verse reflejados en el sapo de la fábula. Pero, como digo, nadie va a sentirse aludido. Pues nada, no se preocupen, a seguir así, jodiendo hasta reventar.