Efectivamente, los puertos y los territorios que puedan han de aprovechar todos los resortes para potenciar las estructuras logísticas como algo más que un servicio a las empresas de su entorno. Crear empleo y riqueza, sin más límite que el ecológico, han de consolidarse como un el nuevo fundamento de la existencia de los puertos de determinados territorios. España, por error, cuenta con unas infraestructuras de transporte de pasajeros y de mercancías realmente extraordinarias. Tan contundentes que han supuesto un lastre que ha hecho profundizar en la crisis de forma especial. Pero... ahí están. Nuestra posición estratégica tampoco es mala: puente entre dos continentes y paso obligado, más o menos cerca, de buena parte del tráfico marítimo. Faltan mejores conexiones ferroviarias, pero comparado con los kilómetros de muelles, terminales, grúas... las conexiones insuficientes se nos antojan un obstáculo salvable. Cuando miramos al futuro del sector y pensamos a lo grande, probablemente estemos enfocando mal el tema, ya que el sector merece ser mirado exactamente... sin límite. ¿Qué impide a nuestro país apostar por su logística como un motor económico diferenciado y diferenciador? El pasado lunes, José Vicente Morata, presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, en su intervención en el Forum Europa, recomendaba un acuerdo de colaboración entre los puertos de la Comunidad Valenciana. A nadie se le hubiera ocurrido sugerir siquiera que esa colaboración pudiera ir más allá de ese espacio político, a todo el arco mediterráneo español por ejemplo. Queremos equipararnos con los puertos del Norte de Europa. A todos se les llena la boca con eso. Con eso y con ser la puerta sur de Europa. Todos. Ya seamos la Puerta del Príncipe, la de toriles o una gatera. Cada cual con sus terminales o terminalitas, llenas o vacías, con sus propios portuarios, trabajando o parados. Con sus propias grúas y sus variados mandatarios. Si a todos los que estábamos oyendo a José Vicente Morata eso de colaborar entre puertos locales nos pareció una utopía lejana, ni les cuento lo que puede parecer plantear una colaboración de, por ejemplo, los puertos del arco mediterráneo español, peninsular, sur oriental o como lo quiera llamar cada cual. Puertos hay, profesionales también, necesidad... ni les cuento. Darle, entre todos, un mordisco realmente importante a los tráficos que se van por el norte de Europa puede significar la generación de miles de puestos de trabajo, en un sector en el que, si quitamos la estupidez, España tiene de salida ciertas ventajas competitivas. No llegamos a competir en muchos mercados porque fabricar aquí resulta caro aunque nos bajemos el sueldo. En logística, con una pequeña inversión complementaria en accesos y conexiones entre puertos, nos podríamos salir del mapa de la competitividad, esta vez por arriba, incluso con sueldos elevados. Con eso y con ajustar la sensatez. Miles de puestos de trabajo se activarían. Así podríamos incluso irnos de vacaciones a Alemania, a que nos pongan una copa, no a servirla nosotros.