Con todo esto, y superando mi conocida tendencia a la oscuridad, me dejo llevar por otra de mis tendencias favoritas, la de nadar contracorriente, para buscar puntos de apoyo y enfoques que nos lleven a aportar a la reflexión algo distinto del desasosiego y el chirriar de dientes. A finales de 2007 empezó a intuirse primero y a verse de inmediato que los palos del sombrajo se caían uno tras otro. Desde entonces la tragedia económica y moral no ha hecho más que empeorar exponencialmente. Las víctimas, sin salir del sector, se cuentan por miles: empresas cerradas, profesionales en la calle, esperanzas mutiladas y futuro enfermo. Pero, con todo y con eso, si nos fijamos bien, vemos que la conflictividad laboral, hasta hoy, no se ha multiplicado como se han multiplicado los motivos para ello. Los puertos han empezado a ir peor sólo en los últimos tiempos, y no todos. Hay empresas que incluso están funcionando mejor que nunca. Seguimos teniendo el mundo por mercado y el mundo necesita que las mercancías se muevan para poder moverse él. Puede ser que las cosas no mejoren tanto como nos gustaría, pero es igual de seguro que tampoco van a empeorar mucho más. Hemos pasado lo peor, sencillamente porque queda más lejos el comienzo de la crisis que el final. Contamos también con un arma clave para luchar contra la crisis: un generalizado cariño a esta profesión de mover bultos y cajitas de un sitio para otro. El sector quiere al sector. Ese cariño de todos hace que apetezca nada eso de paralizar puertos, de enfrentarnos unos a otros. Seguro que todos tratarán de agotar hasta la última posibilidad para que la paz laboral siga reinando, incluso en estos días. Además, nunca he visto a los poderes "civiles" tan cercanos con la logística, concretando una actitud que es la primera cosecha del trabajo integrador y de unidad que desarrollan, cada vez con más acierto, las instituciones y asociaciones del sector. Este micro mundo nuestro, tan particular, estoy seguro de que tiene futuro, y ese futuro sólo necesita algo de calma y que le dejen en paz para que pueda evolucionar adecuadamente, a su marcha, que es la de todos. El mundo arrancará en breve, otra vez, y lo primero que va a hacer falta, lo primero, son sistemas competitivos de transporte. Ahora la cuestión está en saber si vamos a conseguir la suficiente templanza para capear los críticos tiempos que vienen y afrontar así un nuevo impulso a este mundo logístico nuestro. El sector es grande, fuerte e importante. No tengo ninguna duda de que, con mejor o peor fortuna para unos gremios u otros, saldrá adelante, con fuerza, más pronto que tarde. La incógnita está en saber si los profesionales que le dan vida estarán a la altura. Pongo la mano en el fuego por la logística y por casi todos los logísticos.