Los primeros que anunciaron que el día crítico está llegando fueron los trabajadores de navieras, consignatarias y estibadoras de Valencia, actualmente en plena negociación del convenio colectivo. Han pasado semanas, meses, y parece que las partes no se avienen a llegar a un acuerdo. Según sabemos por los trabajadores (la patronal mantiene silencio ¿será una táctica?), las empresas tienen una postura enrocada y no ceden ni un ápice en sus exigencias. Estoy segura de que los sindicatos mayoritarios representados en la mesa de negociación del convenio tampoco están por dar su brazo a torcer a las primeras de cambio, aunque lo realmente malo es que, en breve, si no se soluciona la cosa, nos plantamos en julio y el convenio sin firmar. Por otro lado, hace unos días, los estibadores del Puerto de Valencia lanzaban un comunicado insistiendo en la necesidad de ser un colectivo unido, fuerte, para luchar contra aquellos que pretendan reducir sus derechos. Es más, decían "que los estibadores hemos acordado aparcar nuestras diferencias para convertirnos en una única arma"... Aquel escrito, en el que además se aplaudía el buenhacer del presidente del comité de empresa, Pedro Vicente Pérez, al que se encargaba la tarea de negociar el convenio, no se escribió así sin más. No. Las palabras tenían unos destinatarios y les digo que no cayeron en saco roto. Por eso, que la sociedad de estiba del puerto valenciano hablara ayer y reclamara la necesidad de incrementar la competitividad del Puerto de Valencia, no fue una sorpresa. Más productividad y eficiencia para lograr mayor competitividad. No es una máxima nueva. Lo que sí que es nuevo, al menos en este contexto (vía nota de prensa), es que, para lograrlo, las empresas estibadoras insten a "mantener la paz y la estabilidad en los muelles". Sorpresa. Antes de negociar, las empresas hablan de las necesidades existentes y argumentan la urgencia de ser la mejor opción para los clientes ante la numerosa competencia que, desde otros enclaves mediterráneos, acosa al puerto valenciano. Así las cosas, las prioridades para ambas partes parecen coincidir, al menos en lo importante: conservar los puestos de trabajo y la actividad comercial del puerto. ¿Será posible una negociación del convenio tranquila y sosegada apuntalada en el diálogo? Sinceramente, no lo creo porque sus respectivas salvas se han oído alto y claro, pero quizás me equivoque.Por último, y teniendo en mente estas negociaciones (ahí son nada los tráficos con Asia del puerto valenciano), me gustaría destacar la ralentización que comienza a sufrir la economía china. El PIB chino del primer trimestre sólo ha crecido un 7,7% lo que ha decepcionado a los mercados que esperaban una cifra de al menos el 8%. Las dudas sobre cual es la enfermedad que detiene el crecimiento del gigante asiático tensa los mercados y provoca la caída de valores como el oro, la plata o el petróleo. Como a los inversores les entre el pánico "se puede liar parda". Para muestra un botón: el precio del oro ha caído un 10% en dos días tras conocerse el dato de China y que Chipre podría vender sus reservas de oro para pagar sus deudas. Si es que mientras en Australia bate sus alas una mariposa, aquí...