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Corbatas y sonrisas

No sé si se habrán dado cuenta, pero de un tiempo a esta parte, quizás por eso de los recortes y de que todo cae y todo se devalúa, estamos viviendo un tiempo de relax en las vestimentas digno de no pasar desapercibido. Puede ser que semejante iniciativa sea un pequeño avance hacia la necesidad imperiosa que tiene nuestro sector de relajarse.

  • Última actualización
    29 septiembre 2018 01:38

Hay, todavía, mucha tensión, que mal enfocada deriva en mala educación, mala leche incluso. La responsabilidad y la seriedad son imprescindibles en el día a día laboral. Pero a ese rotundo respeto que merece el modo que cada cual tiene de ganarse el pan, le hace un flaco favor la tensión excesiva. Eso de tomarse las cosas demasiado en serio acaba haciéndonos más rígidos, con lo que perdemos la agilidad necesaria para cualquier gestión directiva que se precie. Nos damos, en general, demasiada importancia. Y así, con esa seriedad rotunda, lo que hacemos es, precisamente, perjudicar el buen desarrollo de nuestras responsabilidades. No es cosa sólo mía, ya he oído a numerosos reputados teóricos de la dirección de empresas afirmar que eso del sentido del humor es uno de los condimentos básicos, si no el más importante, en la labor de liderazgo. ¿Por qué, entonces, hay tanta gente tan mal humorada en nuestro sector?, esa es una incógnitas que no acabo de despejar. La explicación última puede estar en los pocos profesionales que realmente dependen de sí mismos en su toma de decisiones. Hay, entre los miles de personas que se ganan la vida en este sector, muy pocos que puedan decir la última palabra, de forma totalmente independiente. Hay muy pocos dueños y señores de su destino. Sólo se me ocurren los propietarios de las empresas y los profesionales con la valía y el valor como para defender su criterio. Esa dependencia de un tercero hace que el criterio no sea libre, y por tanto carezca de la rotundidad que sólo da la libertad. Se enfadan. Hoy por h y mañana por b. Por eso decía que ver a los directivos un poco más "casual" produce sensación positiva en cadena, porque los veo más cómodos, más decididos, más libres, más felices. Esa es la actitud, sobre todo para afrontar tiempos tan trágicos como los que nos ocupan y nos preocupan. Sin caer en las chanclas, y siempre que se vaya innegociablemente aseado, salir del corsé del terno y la corbata ayuda, la más de las veces, a ir unas décimas más ágil y motivado a pelear con los problemas del día a día. No por añadir tensión se van a solucionar las cosas. Ni las amenazas, los silencios, el mirar por encima del hombro parapetados tras una corbata sirven para otra cosa que no sea distanciarnos unos de otros. La verdad es que, con el paso de los años, cuanto más viejito me siento, me llama más la atención la gente que lo apuesta todo, contra todo y todos, incluidos ellos mismos, a un concepto tan poco valioso como el dinero. Aunque cueste creerlo, ni la competencia es tan mala, ni los sindicatos tienen cuernitos rojos, ni el subalterno se merece que no le saludes. Lo digo por tu bien, por tu salud, por tu progreso y el de tu empresa. ¿Una sonrisita?