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Pataletas

Digo yo que la pataleta siempre es un recurso aunque llegue a destiempo y esté fuera de lugar. Probablemente es la fórmula menos efectiva si se quiere conseguir algo de verdad, pero debemos reconocer que después de una demostración de "pataleteo" uno se queda como más relajado y quizás con la sensación de que ha solucionado su problema, aunque en el fondo todos sabemos que no es así.

  • Última actualización
    29 septiembre 2018 01:38

Lo vivimos a menudo los periodistas cuando se nos niega la información. Nuestra obligación es conseguirla y les aseguro que es una tarea complicada cuando se trata de empresas privadas que tienen su legítimo derecho a no informar (aunque en muchas ocasiones lo público puede presentar muchas más dificultades), por lo que frecuentemente el redactor se queda con su particular pataleta sobre el suelo de la redacción, sin más.Observando a nuestros pequeños podemos comprobar que las rabietas, salvo en el caso de los más consentidos, tienen un doble efecto negativo sobre el que la practica: el ninguneo por un lado y, por otro, la afirmación definitiva de que no se va a conseguir abolutamente nada.Nuestro sector es muy dado a la pataleta, como tantos otros de la actividad económica, por cierto. Debo reconocer que gran parte de las reivinciaciones que acompañan a estas manifestaciones vehementes llegan cargadas de poderosas razones, pero quizás la fórmula escogida para su presentación en sociedad no es la más adecuada.Soy partidario de la crítica constructiva, de la denuncia fundada y de la exposición previa de motivos; cualquier acción que se salte estos preliminares, por muy legítima que sea, pierde gran parte de su interés porque entra en el juego de la demagogia, la crítica fácil y el ventajismo.Ejemplos hay muchos, demasiados como para llenar todo este periódico, pero también sería ventajista por mi parte entrar a descalificar situaciones a "toro pasado", así que no busquen entre líneas ni intenten hallar un código encriptado; el que tenga oídos, que oiga.Ruego disculpen esta inmensa introducción, pero tras la Semana Santa y con una buena lista de días sin festivos a la vista, a uno le conmueve la emoción de no volver a encontrar semanas de esas a medio gas, de doble velocidad, que ni los recortes ni la crisis han conseguido alejar de nosotros, de momento.Por cierto, creo que los trabajadores de las autoridades portuarias españolas están haciendo méritos suficientes y también cuentan con motivos justificados, como para ser escuchados y que Hacienda dé luz verde al III Convenio Colectivo de Puertos del Estado y Autoridades Portuarias, ya pactado con OPPE y el propio Ministerio de Fomento.La movilización de estos trabajadores está siendo ejemplar, tanto por su responsabilidad como por su seguimiento, por lo que es el momento de exigir que se asuman responsabilidades y se solucionen las discrepancias antes de que el conflicto aumente un poco de tono.