La crisis económica -les aseguro que me cansa tener que escribir día tras día estas dos palabras- en la que estamos inmersos y la particular crisis que arrastra este sector desde hace ya mucho tiempo, seguramente demasiado, ha derivado, por enésima vez, en un paro que ha provocado la paralización de muchas empresas de transporte y problemas de suministro en otras empresas productoras.Hasta aquí, nada que no sea como en otras huelgas protagonizadas por el transporte terrestre. Un sector que, si bien tiene un gran poder intrínseco para reclamar lo que consideran suyo -lo tendría bastante fácil para paralizar un país entero, como ha demostrado en alguna ocasión-, no parece capaz de ejercerlo para conseguir solventar los problemas que le acucian, entre ellos, el dumping o el trasladar a los cargadores los continuos incrementos del precio del gasóleo.Pero dejando de lado esta fuerza que poseen tanto las empresas como los trabajadores, en realidad la huelga de la semana pasada no fue lo mismo de siempre. Y no lo fue porque en el Puerto de Barcelona se dio un caso curioso. Hasta ahora, éste y otros puertos se paralizaban cuando son los transportistas autónomos de contenedores quienes protagonizan los paros. Pero en anteriores convocatorias de huelga hechas por UGT y CC.OO., algunas por la negociación del convenio colectivo, como fue el caso de la semana pasada, el Puerto de Barcelona y el transporte de contenedores parecían totalmente inmunes, con una actividad similar a la de un día normal.Sin embargo, en esta ocasión los trabajadores de las empresas que ejercen su actividad en el puerto se han mostrado más unidos y han logrado la práctica paralización de la actividad de transporte terrestre dentro del recinto portuario.Es probable que hasta ahora las empresas del transporte terrestre de contenedores hayan sido prácticamente inmunes a este tipo de huelgas porque poco o nada tienen que ver con otras empresas del ramo.Y es que, en palabras de un profesional que lleva muchos años en este sector, esta negociación del convenio parece el camarote de los hermanos Marx. Porque un grupajista, un almacenista, un paquetero o un transportista de contenedores poco tienen en común.Llegados a este punto, si ahora los trabajadores de las empresas de transporte terrestre de contenedores han optado por sumarse al paro es probable que lo hayan hecho porque la situación está llegando al límite. Pero también es verdad que quizás el transporte terrestre de contenedores debería poder tener un convenio colectivo propio, que tenga en cuenta las singularidades y particularidades de su forma de funcionar y de su operativa diaria.Puede ser que un convenio colectivo que englobe a todo el sector del transporte por carretera y logística no sirva. Y que cada subsector necesite de un instrumento propio que regule unas relaciones laborales distintas y particulares.Y puede ser, también, que este momento de crisis sea el idóneo para replantearse la necesidad de dotar a cada tipo de empresas de un instrumento singular que le facilite el alcanzar una competitividad sin la cual nunca saldremos de esta.