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Entrar y salir

Sufren muchos de nuestros queridos políticos y dirigentes el conocido síndrome de "entrar y salir". Tal vez sea porque todo alrededor de ellos, incluso su responsabilidad, es tan efímero como inestable.

  • Última actualización
    29 septiembre 2018 01:48

El caso es que los ves llegar a toda velocidad en sus coches oficiales, casi siempre algunos minutos tarde, despachan el asunto que sea con la misma celeridad y desaparecen como si no le quedaran minutos al día... Es lo que se llama "entrar y salir".En ocasiones las agendas no dan más de sí y es comprensible que el político en cuestión vaya dando tumbos de lado a lado al ritmo que marcan sus estrictos jefes de gabinete. Otras veces, sin más asuntos conocidos sobre la agenda, se actúa con la misma sensación de "corre, corre que llego tarde"... y eso no está bien.Imaginen por un momento al típico consejero de turno de cualquier comunidad autónoma que acude amablemente a inaugurar unas interesantes jornadas sobre el desarrollo del ferrocarril en España y el Corredor Mediterráneo (un tema muy original, como pueden comprobar); imaginen, decía, que tras su protocolaria intervención inaugural echara un vistazo a su agenda del día y decidiera quedarse a escuchar las muchas cosas que se van a comentar. Inimaginable, ¿no?Efectivamente, salvo honrosas excepciones, que vienen a confirmar la regla, una vez soltado el discurso institucional de turno, el consejero o consejera vuela como si fuera perder el tren o como si tuviera el coche mal aparcado (es una figura retórica, claro). De esta forma nunca llegan a saber lo que se pierden y seguramente tampoco les interesa demasiado.Es una pena. Suele pasar que en este tipo de jornadas lo más interesante suele estar al final, justo cuando se da la voz a los operadores, a los empresarios o a los llamados "casos prácticos". Lamentablemente, cuando se llega a esas alturas de la jornada, el público está ya saturado de ponencias institucionales vacías o de los discursos de patrocinadores que intentan vender su libro a golpe de ppt, por lo que las últimas intervenciones (repito que suelen ser las mejores) se solucionan a modo de "mesa de debate", con mínimas intervenciones de dos minutos y con muy poca posibilidad para el diálogo "porque el tiempo se nos ha echado encima".Estoy convencido de que cualquier político o dirigente responsable sacaría un provecho infinito de estos minutos finales. Escucharían directamente cuáles son los problemas del día a día y palparían los efectos de sus diferentes políticas.Como entiendo que es extremadamente complicado que un VIP decida quedarse a escuchar como rajan de él, propongo alterar el orden lógico y protocolario de las jornadas e incluir en la mesa inaugural a los "casos prácticos". Quizás así, sin escapatoria posible, el político no tendría más remedio que darse un baño de realidad.Luego vendrían las quejas de protocolo y otras pequeñas cosillas, pero eso ya es otra historia.