Un fracaso total, de todos y cada uno de los implicados, de semejante envergadura, no puede olvidarse a poco que la actividad diaria nos acune de nuevo. Se hace más que necesario que, en frío, ahora, se siga trabajando el tiempo que sea preciso, con la intensidad necesaria, para que, de una vez por todas, parar un puerto sea tan difícil como negar a alguien su derecho a la huelga. Hasta ahora, cualquier conflicto laboral en el recinto valenciano, como en cualquier otro, acaba suponiendo de hecho la paralización total o casi total del Puerto en cuestión, y el consiguiente secuestro de la economía de miles de empresas. Es algo concretamente intolerable. Un lujo que ningún puerto se puede permitir nunca, y menos en estos infernales tiempos que nos ha tocado vivir, donde la logística es de lo poco que sigue latiendo con fuerza en una economía agonizante. La Asociación Naviera Valenciana, cada vez más pragmática y resolutiva, volvió a mostrar esta semana su concreta preocupación por que situaciones como la referida no se vuelvan a producir o sea más difícil que se produzcan. Solicitar que el puerto sea considerado "una infraestructura estratégica de ámbito nacional" no es ni más ni menos que un grito necesario de contundente queja por un lado y de constatación casi notarial de una realidad que pese a lo evidente, parece que algunos no quieran ver: Un puerto es una infraestructura estratégica de ámbito nacional. Si este mundo no estuviera tan loco, no haría falta que nadie reclamara algo tan básico como llamar a las cosas por su nombre. Estamos, desde hace ya muchísimos años, absolutamente hartos de sufrir conflictos laborales en los que los perjudicados somos todos, auque nada tengamos que ver con los trabajadores en huelga, ni con sus problemas ni con las soluciones. Cuando a un gremio le van bien las cosas, les van bien a ellos. Cuando les va mal nos tiene que ir mal a todos. La vida es realmente dura para todos, y no es más dura para quien tiene más capacidad de cortar una carretera. Estas cosas sólo pasan en logística, y habrá que encontrar la forma de que dejen de pasar. La propuesta de la Naviera habría de ir secundada por propuestas iguales o similares de otras instituciones, colectivos, asociaciones, empresas, incluso profesionales a título individual si es preciso, para que algo tan sencillo como necesario salga adelante. La actividad en los recintos portuarios ha de empezar, de una vez por todas, a ser lo que debe ser: algo sagrado. Mientras llegamos a ese punto tan lejano como deseable, bueno será que, como digo, en estos tiempos en los que cada vez se retuerce más la mentira para ver si así se parece a la realidad, nosotros no olvidemos llamar a las cosas por su nombre. Repitan conmigo: Un puerto es una infraestructura estratégica de ámbito nacional. Y si alguien no lo tiene claro, será mejor que deje el sector. Les echaremos de menos, pero con el tiempo todo se supera, menos ver la tragedia que supone un puerto paralizado.