Como mola también el guasap. ¿Que por qué? Útiles son, sí. Mucho. Pero lo mejor que tienen es que son gratis. Y eso, amigo mío, no tiene precio. Bueno, bonito...y gratis. ¿Acaso se les ocurre algo mejor?Para este plumilla, Google es como el Scotch-Brite: yo no puedo estar sin él. Para tanto será que hace unos días, después de realizar tropecientas búsquedas sin parar, una tras otra, me apareció en el Macintosh una ventana del Google en la que me pedía que tecleara determinados caracteres tipográficos para reconocerlos y probar así que no era un robot quien realizaba las búsquedas sino un humano. Se lo juro. Ver para creer. Ni siquiera Google se fía de uno. Tecleados los caracteres, metido el dedo en la herida, Google se convenció y volvió a creer en mí.Así que he vuelto a las andadas y últimamente me he entretenido haciendo búsquedas indiscriminadas en Google, no vaya ser que el aviso fuera ya el tercero y a la siguiente pretendiera el descabello en forma de cuota. Que, no lo duden, todo se andará... El caso es que me he propuesto indagar en el origen del concepto “low-cost”, esa nueva religión a la que me refería al comienzo de esta columna y ¿quieren saber cuántos resultados ha arrojado su búsqueda en Google? 1.100 millones de resultados “aproximadamente”, como dice el buscador.Como no podía ser menos, Google se ha posicionado muy bien a sí mismo y tiene 12.000 millones de resultados. El campeón. Y así, por ejemplo, “Shipping”tiene 2.120 millones de resultados; “Logistics”, baja a los 208 millones y “Transport” sube a los 1.100 millones, justamente los mismos que el término “Low-cost”. Y ya que estamos, por el mismo precio, les informo que “Madrid” tiene 940 millones de resultados; “Barcelona” 704; “Bilbao” 695 y “Valencia”, 384 millones de resultados. Muy distanciados aparecen “Rajoy” (31,2 millones); “Rubalcaba” (9,1 millones) y “Bárcenas” (8,1 millones aunque en progresión).El low-cost, como ven, está de moda. En todos los ámbitos. Tenemos vuelos low-cost; hoteles low-cost; ropa low-cost; comida low-cost; nóminas low-cost; empleos low-cost; políticos low-cost de esos de todo-a-cien pero que nos cuestan un riñón; artículos de opinión low-cost... Pero, ¿tenemos logística low-cost? ¿Queremos que exista como tal?“Sí, mientras solo se aplique a mis proveedores porque, claro, yo no ofrezco a mis clientes un servicio low-cost sino de calidad y como tal lo tengo que cobrar para que me sea rentable”, dicen los unos. “Ya venimos trabajando en un modelo low-cost desde hace años, obligados por la presión de los cargadores, quienes obtienen sustanciosos márgenes a costa de nuestro beneficio”, dicen los otros.El sector del transporte y logística trata de implantar el modelo low-cost manteniendo las características de su servicio pero convendría que dicho modelo fuera equilibrado para todas las partes de la cadena. Y no nos engañemos, el low-cost no es otra cosa que ser competitivo, que aunque “competitiviness” solo tenga 28 millones de resultados es a la larga más eficaz que una moda “pasajera” creada por Ryanair y demás secuaces.