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El teléfono estropeado

  • Última actualización
    29 septiembre 2018 02:14

La relación entre el Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC) y el Ministerio de Fomento en torno a las demandas de los grupos de trabajo se encamina hacia el enroque en el diálogo de besugos. La conversación viene siendo tal que así:

-Oiga, que no me contesta.-Ya le he dicho cuándo le contestaré.-Que sigue sin contestarme.-Que ya le he dicho cuándo le voy a contestar.-Que me conteste.-Que le estoy contestando.-Que no me ha contestado.-Que ya le he contestado.-Pero que cuándo me va a contestar... (Y bla, bla, bla...)

Lo fácil es arremeter contra la ministra, máxime si sigue metiendo la pata, como el otro día en la reunión con los inversores portuarios, donde según diversas fuentes dijo que los transportistas eran muy "pesados", comentario indiscreto en cualquier foro logístico, pues todo el mundo tiene el pie en varios eslabones. Si a esto le unimos el famoso episodio de aquella reunión en la que el CNTC la obligó a volver a sentarse, coincidiremos en que falta cierta "sintonía".Con todo, y al hilo de esa reunión de inversores portuarios, me da a mí la sensación de que la relación entre Pastor y el CNTC cortocircuita por otro lado.Resulta que tenemos a Pastor haciendo historia día sí y día también con el sector portuario, habiendo visitado más puertos que ningún ministro y en menos tiempo que cualquier otro ministro; reuniéndose con todos los presidentes de autoridades portuarias; reuniendo a los grupos inversores portuarios y demás gestos y alabamos su inédita sensibilidad, mientras, por contra, hacemos notar su cierto desaire con el mundo de la carretera cuando, por ejemplo, se ha reunido con ellos una vez más que con los operadores portuarios. De aquella manera, sí, pero una vez más.Más allá del argumento manido de que como los puertos van bien la ministra se arrima a ellos y como la carretera va mal mantiene las distancias, lo cierto es que aquí hay gente acostumbrada históricamente (y no sin pelearlo) a que el ministro de turno les diera cancha y gente tradicionalmente ignorada, de ahí que al cambiarse las tornas todo tome otro color. Ahora bien, creo sinceramente que buena parte de la responsabilidad en torno a las relaciones que la ministra mantiene con uno y otro sector la tienen sus directos responsables, José Llorca y Joaquín del Moral. Más allá de la predisposición de la ministra hacia el mundo portuario, sus vínculos familiares y su trayectoria profesional (se siguen sin valorar en su justa medida los años que estuvo como miembro del Consejo Rector de Puertos del Estado, precisamente con José Llorca de presidente), estoy convencido de que la ministra "compra" puertos porque hay alguien, José Llorca, que todo los días se encarga de "venderle" puertos y, además, con iniciativas interesantes y necesarias, como las últimas reuniones sectoriales.Me da a mí que eso no pasa en el caso de la carretera y de Joaquín del Moral, en parte porque el actual organigrama de Fomento perjudica al transporte por carretera. Recordemos que en su día la ministra decidió que los entes públicos le reportaran directamente a ella, una facilidad de acceso que multiplica la proximidad con puertos, aeropuertos y ferrocarriles. La carretera, en cambio, tiene por encima a la secretaria general de Transportes, la gris Carmen Librero, y además al secretario de Estado, Rafael Catalá, es decir, demasiada distancia con la ministra, tanta como para favorecer la dinámica del "teléfono estropeado".