El desconocimiento que tenemos de cómo es Azerbaiyán, de su gente, de su economía, de su paisaje es grande. Pero precisamente este desconocimiento del país se convierte en un factor de atracción. Y más cuando empiezas a ubicar correctamente a la república azerí y aprendes que formaba parte de la antigua Ruta de la Seda, que siempre ha tenido en el imaginario colectivo europeo un aire de misterio maravilloso.Azerbaiyán es un país que sorprende al extranjero. Lo hace por la extrema amabilidad de su gente hacia quien llega de fuera. Pero también por la gran modernidad de su capital, Bakú; por las insultantemente limpias calles de la ciudad; por su orden y sus ultramodernos rascacielos. Y por muchas otras cosas.La semana pasada tuve la oportunidad de disfrutar de una estancia en Bakú con motivo de la conferencia de la Asociación Internacional de OEAs, un evento que nos permitió conocer un poco más el país y descubrir cómo los azeríes están trabajando para proyectarse internacionalmente y para gustar más allá de sus fronteras. Y esto incluye la logística y el transporte, que se han convertido en uno de los ejes centrales de la política del país. Mientras nosotros hablamos incansablemente del Corredor Mediterráneo, Azerbaiyán se presenta como el punto de unión de diferentes corredores de transporte que unen norte y sur, este y oeste. Y, sobre todo, corredores que están integrados dentro de la nueva Ruta de la Seda impulsada desde China.El Gobierno de Azerbaiyán ve en esta nueva Ruta de la Seda y en el ámbito de la logística la oportunidad que buscaban para respaldar la transformación de su economía, basada hasta hace no mucho casi en solitario en los productos energéticos, gas y petróleo principalmente, que brotan a borbotones del corazón del país.Azerbaiyán ha visto clara esa oportunidad y no duda en buscar financiación para desarrollar unas infraestructuras internacionales que cumplen los estándares de calidad más avanzados con la idea de ponerlas al servicio de su economía, obviamente, pero también al servicio de la comunidad internacional. En este sentido, la república azerí también busca agilizar al máximo sus aduanas, colaborando en este ámbito con la Unión Europea, que aporta experiencia y conocimiento. Y la figura del OEA adquiere aquí una importancia fundamental.Pese a que Azerbaiyán no ha firmado todavía con Europa el reconocimiento mutuo de sus programas OEA, no cabe duda de que el acuerdo firmado el pasado viernes entre el Gobierno del país y la Asociación Internacional de OEAs Aduaneros y Logísticos allanará el camino no solo para el desarrollo de esta figura de operador económico, sino también para posibilitar que, más pronto que tarde, la UE y el país del fuego puedan rubricar el documento que dé por validado dicho reconocimiento entre sus respectivos OEAs. Un acuerdo que, sin duda, supondrá un impulso para los intercambios comerciales entre Europa y la república asiática.Esta república de Asia central ha optado por no descartar a ningún aliado a nivel internacional. Se acerca al oeste, a Europa, pero también al este, a China, de igual forma que se acerca al norte, Rusia, y al sur, Irán. Su trabajo en favor de la proyección internacional y en el desarrollo de las infraestructuras al servicio del comercio internacional es una apuesta inteligente por parte de Azerbaiyán que le está ayudando a ser cada vez menos un país desconocido, convirtiéndose claramente en un jugador del escenario internacional al que hay que tener en cuenta.