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Ese tren, ¿cuándo pasa?

Este año hemos tenido la inmensa fortuna de que Fomento decidió rebajar un peldaño su representación institucional en el Foro Nacional del Transporte y, en vez del pestiño habitual de frases hechas mensajes vacuos y vaguedades de la representante tradicional, tomó la palabra Joaquín del Moral para, sin medias tintas, fijar posición punto por punto dentro de ese horno que ya roza la olla a presión del transporte por carretera, donde empiezan a no caber ya ni más bollos ni más garbanzos.

  • Última actualización
    21 marzo 2018 00:00

Sacó Del Moral la batuta y en 20 minutos dejó clara la postura de Fomento en todo lo que tiene el sector sobre la mesa: esto sí, esto no, esto lo pelearemos, aquello si no puede ser lo ventilaremos, lo de aquí lo estamos negociando así, esto otro lo estamos perdiendo, lo de más allá lo vamos a ganar... Claridad, concisión e información, sin jugar a las escondidas. Qué gusto, por Dios.Y sin rehuir la polémica, que la había, para poner a cada uno en su sitio, los que lo ocupaban, porque la noticia, sin duda, fue esa primera fila vacía donde brillaban en solitario los carteles de “RESERVADO” para los máximos representantes del CNTC y de las patronales de transporte más relevantes, que resulta que tenían ese día otras cosas mejores que hacer.Pero no por casualidad. Cuando el Foro Nacional, desde sus orígenes, se concibió como punto de encuentro entre transportistas y cargadores; cuando siempre sirvió de plataforma para decirse las verdades a la cara; cuando jamás ni AECOC como organizadora, obvio, ni el CNTC con sus máximos representantes faltaron a la cita a lo largo de 17 ediciones, ni siquiera durante los grandes paros y los durísimos procesos de negociación a tres bandas con Fomento, si en la número 18 de pronto las sillas del Comité se quedan vacías es que hubo una última línea roja sobrepasada, un punto de hartazgo ya insoportable.La cuestión la dibujó de forma impecable Del Moral. ¿Quién puede estar en contra de las 44 t? ¿Quién puede rechazar una economía de escala tan obvia que ya tiene en marcha media Europa? ¿Quién puede oponerse a lo que, además, comporta una mejora de la sostenibilidad? ¿Quién puede hacerlo ahora que la economía se está recuperando? ¿Quién, cuando lo que se necesitan son mejoras en la productividad?Nadie... o muchos, porque las casas no pueden empezarse por los tejados.¿Qué pasa con los precios?, soltó Del Moral sin inmutarse en busca del imprescindible contrapunto, porque de nuevo el brazo fuerte, de nuevo quienes tienen la sartén por el mango saben muy bien deslizar los huevos al mismo plato, siempre al mismo plato, mientras en el de al lado, el de los transportistas, siguen con esas telarañas “menores”, con esa tediosa pesadez de los tiempos de espera, la carga y descarga, las cláusulas, las restricciones y el traslado a los precios de los costes, esas cositas que llevan toda la santa vida reventando el mercado y ante las que oficialmente las empresas cargadoras ponen la mejor de sus caras, los discursos más exquisitos y las más cuidadas pancartas para, luego, seguir sin hacer nada.Pero qué malo es el Comité, qué “injustificable es su rechazo a las 44 t”, “no se entiende la cerrazón”, “cómo podemos estar dejando pasar este tren de competitividad”... Alucinante, ¿verdad?Pero yo lo entiendo y el director general también y tantos que se preguntan qué injustificable es la actitud de AECOC de ser firme cuando hay que exigir que los demás se suban al tren y, en cambio, de optar por el cinismo y la tibieza cuando le toca echar a la locomotora carbón. ¿Qué pasa con el tren de los precios? ¿Y el de la carga y descarga? ¿Y el del partenariado equilibrado? Ese tren, ¿para cuándo? Ese tren, ¿cuándo diablos pasa?