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Obsolescencia logística

¿Saben cuál es la diferencia principal entre el sector logístico y cualquier otro colectivo de la economía española? Su comunidad empresarial, más concretamente, la bautizada como comunidad logística o comunidad logístico-portuaria. No tengan ninguna duda, esa es la respuesta correcta.

  • Última actualización
    18 enero 2018 00:00

Efectivamente, en pocos segmentos de la economía se reproducen las condiciones para que diferentes colectivos empresariales, muchas veces dispares en cuanto a actividad y objetivos, acaben formando una estructura común, por muy etérea que sea.En nuestro sector tenemos la fortuna de contar con los grandes "dinamizadores" sectoriales, que no son otros que los puertos, aeropuertos, centros de carga, zonas logísticas, etc. En torno a ellos se articulan múltiples actividades y en ellas, necesariamente, las empresas emergen como engranajes necesarios y fundamentales de una cadena bien engrasada.Pero para llegar a ser comunidad empresarial hace falta algo más que intención. Cuando los diferentes colectivos llegan a compartir proyectos, se sientan en torno a una mesa y son capaces de coordinarse en diferentes asuntos es cuando se dan los primeros pasos hacia la configuración de esa comunidad. Diré más: cuando se detectan problemas comunes, cuando se descubren oportunidades o cuando se definen estrategias de actuación conjunta es el momento de sentar las bases de algo más grande.Desgraciadamente, Competencia se encargó hace unos años de dibujar una línea difusa en el ámbito de la cooperación empresarial al fundirlo directamente con supuestas prácticas contra la libre competencia. Más allá de conseguir su propósito, esta acción supuso un disparo directo a la línea de flotación del asociacionismo logístico.Años y años de trabajo en materia de eficiencia en las diferentes operativas, de coordinación con las administraciones y de fomento de la formación como claro elemento de competitividad, saltaron por los aires hasta convertirse en una sombra de lo que fueron. Los diferentes colectivos, las asociaciones empresariales, han mantenido su actividad en los últimos años, pero ajustándose a un perfil bajo que no ha permitido elevar el valor de la comunidad logística empresarial al nivel que debería ostentar por su peso específico en la economía regional y nacional.Estoy plenamente convencido de que la obsolescencia es un término que se puede aplicar a muchos ámbitos de la vida. También en la logística. Después de unos años perdidos en el ostracismo asociativo, el sentido común vuelve a llamar a la puerta de la lógica empresarial y reclama que se destinen nuevos esfuerzos a la suma de intereses.Es el momento de declarar obsoletos viejos conceptos. Sería de necios desaprovechar las fortalezas y particularidades de un sector como el logístico que nos brinda magníficas oportunidades de actuación conjunta en ámbitos tan absolutamente relevantes como son el de la formación, la innovación, la promoción comercial o la coordinación operativa.Recuerden, cuando dediquen su tiempo y el de las personas directivas a encontrar fórmulas para incrementar la competitividad, traten de incorporar nuevamente al discurso la cooperación empresarial. Seguro que descubren nuevas oportunidades.