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Conquistadores

Como buen montañero que un día fui, y como buen montañero que nunca dejaré de ser, por lo menos en espíritu, cada cierto tiempo acudo a mi humilde biblioteca de literatura de montaña para releer uno de los clásicos más importantes que se han editado jamás: "Conquistadores de lo inútil", del mítico alpinista Lionel Terray. (Creo que esto ya lo conté en una ocasión, pero bueno).

  • Última actualización
    15 junio 2017 00:00

El libro no es más que una autobiografía en la que el autor no solo desglosa con maestría comunicadora y pasión algunos de los capítulos más importantes de la historia del alpinismo, sino que además es una lección de vida; un relato que abarca innumerables aspectos de la persona y de su relación con los demás y, por supuesto, con su entorno.En definitiva, una deliciosa rareza solo apta para quienes sean capaces de leer entre las líneas de las ascensiones, cumbres fracasadas y las relaciones humanas. Como figura en las solapas de las múltiples ediciones: "un libro imprescindible para quienes además de subir montañas les gusta soñar con ellas". Y yo me atrevo a añadir que casi más para los segundos.El excelente y explicativo título del libro (hay pocos tan bien traídos) es toda una declaración de intenciones, Terray no llega a una conclusión rotunda acerca de la "inutilidad" de subir montañas. Al contrario, a lo largo de todo el relato va justificando y explicando todos aquellos motivos que le llevan a enfrentarse a la emoción, al riesgo, al miedo y a la incertidumbre de conquistar algo que, objetivamente, no sirve para nada o es inútil a los ojos de los profanos en el mundo de la montaña.Nuestra vida está plagada de pequeñas y grandes conquistas, de fracasos o de aciertos. En nuestra mano está definir cuál es el valor que le damos a cada una de las alegrías o sinsabores que vamos recibiendo.Coincidirán conmigo en que muchas veces la más insignificante de las vivencias puede convertirse en la más importante. Cualquier logro profesional, por importante que sea, puede quedarse empequeñecido ante ese mínimo negocio, que reportará pocos beneficios, pero que nos hace sentirnos bien, por lo que sea. También todo pasa a un segundo plano o cuando por fin se consigue esa expresión o esa complicidad de otra persona que durante tanto tiempo ha sido borde y esquiva. Son pequeñas conquistas del día a día. ¿Quién dice que son inútiles?Tengo la certeza de que el conflicto de la estiba en España se ha convertido en un macabro juego de pequeñas conquistas en el que todos quieren ganar y nadie está dispuesto a ceder... porque perder, lo que se dice perder, lo estamos haciendo todos al unísono, como borregos. Deben tener claro que al final del juego no habrá vencedores.Siguiendo el día a día de la negociación a través de las páginas de este Diario (no creo que sean capaces de encontrar nada más allá), uno se va dando cuenta de cómo se van saldando las batallas y cómo se van definiendo las pequeñas conquistas de un lado y de otro.Observamos con tristeza cómo unos y otros siguen empeñados en conseguir subir inútilmente una montaña, cuando lo realmente importante, muy posiblemente, sea descubrir por qué nos empeñamos en tratar de ascender y ascender sin ver más allá de lo estrictamente necesario.Mañana, no hará falta esperar más, asistiremos a una nueva conquista y una nueva derrota. Y así vamos.