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Escuchar a los que saben

  • Última actualización
    15 marzo 2024 05:20

El paso del tiempo no ha hecho más que reforzar mi creencia de que lo único que existe es lo que se fue. El pasado es la única vida verdadera. El futuro no ha sido, y el presente, efímero por definición, casi podemos afirmar que no es. Toda este cuñadismo filosófico trata de subrayar la importancia que tiene la experiencia, la vida vivida, esa a la que volvemos siempre que queremos y, a veces, aunque no queramos.

Si el pasado es, en cierto modo, lo único que tenemos, sigo sin entender cómo en estos tiempos, en estos lares, a las personas con más tesoro de vida acumulado se las sigue tratando como un estorbo más que como una fuente de conocimiento, una forma de evitar volver a tropezar con la misma piedra, una manera de ser más sabios sin necesidad de cometer los errores que ellos ya cometieron.

Cada vez que llega al cargo un nuevo presidente de autoridad portuaria asegura que hablará, por supuesto, con su antecesor, para consultarle en determinadas cuestiones, para apoyarse en su experiencia, en su conocimiento adquirido a base de equivocaciones y aciertos. Que yo sepa... nunca lo hacen.

El especial acierto de los de su generación hizo que el sector evolucionara hasta donde se encuentra hoy, en la cima de la logística nacional e internacional

Está claro que no importa lo que nos digan, el contenido de los mensajes, lo acertadas y provechosas que resulten las reflexiones. Solo importa quién las diga. Qué cargo tenga en ese momento. Una chorrada soltada por la autoridad será siempre escuchada y subrayada por su entorno. Si un pobre diablo, como yo por ejemplo, suelta la fórmula de la vida eterna en un círculo de VIPs, nadie dejará de hablar en ese momento y si lo hacen no escucharán lo que se les ha dicho, ni lo tendrán en cuenta.

Muchos de los más sabios de nuestro sector han pasado de ser reverenciados hoy a ninguneados mañana, en cuanto pierden el poder. Aunque el valor de su criterio, de su experiencia y su sabiduría sea hoy mayor que ayer.

El éxito en nuestro sector se fundamenta mucho, muchísimo, en la experiencia. Más incluso que en otros sectores. Por eso llama especialmente la atención el poco protagonismo que se les concede a los muy sabios y válidos profesionales que atesoramos en nuestras comunidades logísticas, por el mero hecho de haberse desvinculado laboralmente del cargo en la empresa privada o pública.

Diario del Puerto ha llevado a cabo un ejercicio de reconocimiento a estos profesionales más que destacados que, aunque ya no están en primera línea, siguen teniendo mucho que decir y a los que ya no se les escucha.

En el caso del intenso e interesantísimo trabajo publicado ayer, hemos seleccionado a un puñado de veteranos logísticos de reciente desvinculación con el sector, que nos han confirmado eso: que tienen mucho que decir. Que si no les escuchamos ni tenemos en cuenta, los que perdemos, los que nos equivocamos, somos nosotros.

El grupo de amigos logísticos que reunimos para ese reportaje tienen algún valor complementario más. Y es que forman parte de la etapa más gloriosa de la historia del Puerto de Valencia. Son profesionales que han vivido en primera persona la transformación de ese puerto de “pesquero” a “joven león del Mediterráneo”. La labor de profesionales como Ramón Gómez-Ferrer, Ramiro Rodríguez, Salvador Furió, Chema Ballester o Juan Cubells se desarrolló en una época en la que el Puerto no era lo que es, ni mucho menos. El especial acierto de los de su generación hizo que el sector evolucionara hasta donde se encuentra hoy, en la cima de la logística nacional e internacional. No lo olvidemos. Y no lo desaprovechemos.