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Estoy bien formado, ¿y ahora qué?

Con una pequeña búsqueda en las redes profesionales es fácil encontrar decenas de cursos de formación, master, postgrados y todo aquello en lo que podamos pensar y con las modalidades on line, presencial o ambas.

  • Última actualización
    09 junio 2020 16:28

Concretamente, relacionados con la cadena de suministro hay un amplio abanico de opciones, la mayoría con un elevado nivel docente.

La mayor parte de ellas adolecen de una parte práctica y no me refiero a las prácticas en empresas, como complemento de la formación, sino a una parte práctica incluida en la propia formación. Ya vendrá después la interacción con empresas de verdad. Y de esta última parte es de la que quiero hablar, más concretamente en relación con nuestra profesión de la logística y todas las partes que intervienen en la misma, tanto privadas, como públicas, Administración y Administrados.

Imaginemos: tras una licenciatura  universitaria, tesis, postgrado, master, estancias en el extranjero, idiomas, cursillos, conferencias y no sé cuántas opciones más en las que como alumno/a inviertes no menos de seis o siete años, por fin me considero preparado para incorporarme al mundo laboral. He invertido dinero, tiempo, que es más dinero y mucho esfuerzo a costa de mi vida personal. Pongamos que quiero desarrollar mi carrera profesional en el sector logístico. Opto a varios puestos, me seleccionan para las entrevistas y, al final, soy el candidato elegido.

Soy un candidato con una sólida formación, pero con lo que primero que me voy a encontrar, si no tengo los pies en el suelo, es que las retribuciones materiales y espirituales quedan lejos de mis expectativas. Y es porque, con toda esa formación, no soy capaz de sacar adelante por mi cuenta el trabajo y la responsabilidad del puesto para el que he sido seleccionado, porque la brecha entre la teoría y el trabajo real es amplia.

Es imprescindible que la empresa a la que recién acabo de incorporarme me dedique tiempo de formación, que parece no va a terminar nunca o al menos se prolonga entre uno o dos años.

Ese será el momento en el que reivindicar la mejora de mis condiciones, negociando o simplemente aceptando una propuesta de otra empresa. Esa primera empresa que ha estado invirtiendo en mí, mientras me pagaba un salario con el que probablemente no podía cubrir mis objetivos, ha gastado tiempo y dinero. Esa formación desde dentro de  la empresa la ejercen aquellas personas que te dirigen y que, probablemente, tengan menos formación que tú pero si más experiencia que les permite conocer muy bien su profesión y la actividad de la empresa para la que trabajan.

No siempre esos “docentes” son los más adecuados ni disponen del tiempo necesario para compaginar trabajo y formación, formación que hasta ahora la he recibido pagando en lugar de cobrar, como sucede en esta nueva etapa.

Todo esto me lleva a una reflexión, en un momento en el que más que nunca hacen falta buenos profesionales, con formación, iniciativa, responsabilidad y nuevas ideas que ayuden a resurgir del atasco temporal, espero, en el que nos encontramos.

Es fundamental empresas que necesitan personas que aporten desde el primer minuto y personas que necesitan empresas donde poner su fuerza en marcha. El porcentaje de desempleo en la media de 25 años es un tercio del total. Ya tenemos una RMV (Renta Mínima Vital). ¿Qué tal un TMV (Trabajo Mínimo Vital?

Sería de gran ayuda para esa franja de vida y un quitamiedos para la contratación empresarial.

“Bienaventurado el que tiene talento y dinero, porque empleará bien este último” (Menandro de Atenas)