Algo debe tener el Ministerio de Fomento para, por segunda vez en menos de dos años, volver a terminar de paradigma de la inestabilidad política por la vía de que a sus titulares les toque poner la mejilla para recibir del Congreso una de esas bofetadas que a los periodistas les gusta tanto calificar de “históricas”.
Cuatro veces, sólo cuatro veces en 40 años de democracia en España un Gobierno no ha podido convalidar un real decreto ley en el Parlamento. Eso sí, el primero fue casi en la prehistoria de la Transición, 1979, a cuenta de la denominada “Junta Central de Acuartelamiento”, casi nada; y el segundo fue más bien una cagada, pues en 2006 con el Gobierno de Zapatero 30 diputados del PSOE no se fijaron bien en los deditos del portavoz de turno y en la marea de votaciones equivocaron el sentido del voto, repitiéndose con éxito semanas más tarde la votación sin moverse una coma del RD y aquí paz y después gloria.
Por eso, el primer patinazo fetén y en "color" fue el inolvidable rechazo en 2017 del primer real decreto de la estiba, que tan estoicamente defendió desde el Ministerio de Fomento Íñigo de la Serna.
Veintidós meses después, de nuevo un ministro de Fomento ha visto cómo le pintan la cara. El martes, otro real decreto ley impulsado por este Ministerio fue devuelto a los corrales. Eso sí, siendo quien lo defendía José Luis Ábalos, este Suricata tenía muy claro que la temática no podía ser nada relativo a la logística, sino la Vivienda, lo que amplifica el golpe, dado lo que ahora mismo es para el ministro prioritario. Es lo que hay.