En el aturdimiento cultural del momento, en mi primera visita a China, creí que sería un entretenido y original regalo para la familia, a la que imaginaba, a mi llegada a casa, expectante en torno a la mesa por abrir las galletas y descubrir los enigmáticos mensajes. Exotismo y misterio oriental Made in China, directamente del origen a la mesa. “Infalible”, pensé. Tiempo más tarde supe que el “invento” de las Galletas de la Fortuna no era chino, ni siquiera asiático, pero los chinos lo habían adoptado como propio, sabedores de su gran potencial de mercado. “Gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones”, dijo en su día Deng Xiaoping.
El caso es que, dos años después, aún conservo en esa misma caja de hojalata las tiras de papel que contenían las Galletas de la Fortuna, en las que, en chino y en inglés, se leen mensajes como: “No tienes que ser más rápido que el oso, sino más rápido que la persona más lenta que huye de él”, “Estar en la ruina es una situación temporal pero ser pobre es un estado mental”, “Cuando el dinero habla, la verdad calla” o “Disfruta la vida, es más tarde de lo que crees”. Tal vez me equivocara al elegir la caja de entre la pila en aquella tienda de souvenirs de Shanghái, pero lo cierto es que no he olvidado las expresiones en las caras de mi familia, papelito en mano, traduciendo los mensajes. No eran del tipo que esperaban.
Decenas de cajas de cartón con material de protección sanitario para la lucha contra el Covid-19 en España llegaron el pasado lunes a la terminal ferroviaria de Madrid-Abroñigal en un tren operado por la empresa china YXE Group que partió el 21 de marzo de Yiwu y que en 16 días recorrió 13.000 kilómetros por China y Asia Central, Rusia y Europa.
Esta vez, las cajas, que contenían mascarillas y trajes de protección, lucían en su exterior una etiqueta con mensajes de ánimo para el pueblo español en chino, inglés y castellano: “Después de la lluvia siempre sale el sol”, “La luz de la esperanza se está elevando en el horizonte”, "¡Ánimo, Toreros, Ánimo España!”, “La Franja y la Ruta. Difundir el Amor”.
Probablemente, uno de los efectos de la pandemia más probables a medio y largo plazo será un nuevo orden geopolítico y económico mundial en el que, si Europa y Estados Unidos no están a la altura que de ellos se espera, refuerce aún más la actual dependencia de Occidente respecto a China, tal y como se está demostrando en esta crisis sanitaria.
En todo caso, sería un tremendo error de consecuencias imprevisibles, caer en la tentación de buscar enemigos fuera para expiar los propios pecados y culpabilizar a China de esta crisis sanitaria y económica sin precedentes. Pero al mismo tiempo, se hace necesario adoptar una posición crítica pero juiciosa respecto al discurso oficial de China que promueve su papel de benefactor mundial. Si de algo debe servir esta pandemia es para concienciar de que el futuro se construye entre todos, sin excepciones.
El mensaje de una de las galletas que compré en Shanghái dice: “La salud es la verdadera riqueza, y no las monedas de oro y plata”. ¿Se dará cuenta de ello el mundo cuando esta pesadilla termine?