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Historias de la sirga

Hace hoy casi un año, concretamente el 10 de marzo de 2020,  dediqué esta misma columna a evocar la figura de las “cargueras” del Puerto de Bilbao como homenaje a este colectivo de mujeres que a finales del siglo XIX y comienzos del XX  fue un elemento básico del engranaje portuario de Bilbao. Desde el punto de vista económico, realizaban labores que serían más costosas para las consignatarias de la época que si hubieran sido hechas por hombres, máquinas o incluso animales de tiro. Eran otros tiempos.

  • Última actualización
    08 marzo 2021 16:44

Pues bien, al final de aquella columna prometí dedicar la siguiente a las “sirgueras”,  las mujeres que trabajaban en la sirga también en la zona portuaria de Bilbao. Pero la columna del 17 de marzo de 2020 acabó llevando por título “Sólos en la habitación”. Estábamos ya confinados y la letra cambió en forma y fondo.

Por eso, he esperado a este 8 de marzo de 2021 en el que escribo estas palabras, para cumplir mi promesa coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. Porque conviene recordar que una de las realidades más duras de las labores portuarias en Bilbao era el trabajo de las mujeres que trabajaban en la sirga. 

Los buques de cierto calado no podían pasar de Olabeaga, por lo que era preciso trasladar las mercancías en gabarras desde este punto hasta los muelles de los almacenes situados a lo largo de Bilbao. Y este trabajo lo realizaban cuadrillas de mujeres, en torno a cuatro en cada una, que arrastraban en hilera las gabarras mediante unas maromas que llevaban ceñidas al cuerpo con un tirante. 

Además de su precaria situación, el trabajo de las sirgueras no estaba exento de peligros. El 14 de marzo de 1879 el Noticiero Bilbaíno narraba con el título de “Capítulo de brutalidades”, un aparatoso accidente sufrido por una sirguera. La indignación del periodista era mayor por el hecho de que la mujer fue auxiliada por un herrero y un gabarrero. Sus patrones no se dignaron a preocuparse por ella. 

La presencia de la mujer en la estiba, incluso en puestos que no exigen gran fuerza física, no alcanza generalmente el nivel de representación que podría tener. Y no se trata tanto de un problema de machismo como de un modelo que fija sus propios criterios para el acceso a la profesión. Pero todo evoluciona

En 1905 la situación seguía siendo igual para las sirgueras y, en su especial por el 1º de Mayo, el periódico “La Lucha de Clases” dedicó un artículo a estas mujeres. Para muestra, este retrato: “Pelo enmarañado y sucia la cara y las manos y hasta las pantorrillas, mal cubiertas por los jirones del pingo con pretensiones de falda que llevan pendiente de la cintura. Muchas carecen de domicilio. Comen donde y lo que pueden. Dormir... allá en un tugurio de los barrios altos. ¿Ropas? Se acuestan vestidas”.

El Ayuntamiento de Bilbao cambió en 2016, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, el nombre del antiguo Muelle Alfonso Churruca, en el barrio bilbaíno de Olabeaga, por el de Muelle Sirgueras/Zirgariak Kaia. Fue un merecido homenaje a las antiguas sirgueras, las mujeres que a finales del  siglo XIX y  hasta la generalización de los buques de vapor, se encargaban de arrastrar ría arriba, tirando  de gruesas cuerdas llamadas sirgas, las gabarras llenas de mercancías y minerales que se descargaban en los muelles de Olabeaga y Zorrotza.

Cargueras y sirgueras de Bilbao fueron mano de obra barata, mujeres explotadas por la falta  de escrúpulos de la sociedad de hace 150 años. Hoy las labores portuarias están infinitamente más humanizadas e infinitamente mejor pagadas que entonces. Sin embargo, la presencia de la mujer en la estiba, incluso en puestos que no exigen una gran fuerza física, no alcanza por lo general, el nivel de representación que debiera. Y no se trata tanto de un problema de machismo como de un modelo que fija sus propios criterios para el acceso a la profesión. Pero todo evoluciona.