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“Hombre, no tanto, no tanto...”

  • Última actualización
    12 junio 2024 05:20

Federico García Lorca conoció a Miguel Hernández un 2 de enero de 1933 en Murcia. Andaba el autor de “Poeta en Nueva York” por esas latitudes con “La Barraca”, el célebre grupo de teatro universitario con el que recorrió España dando a conocer obras clásicas. En aquellas fechas, “La Barraca” interpretaba en Murcia “La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, y “Los dos habladores”, de Miguel de Cervantes.

El editor Raimundo de los Reyes decidió organizar una velada literaria e invitó a Federico García Lorca, por un lado, y a Miguel Hernández, por otro.

El poeta de Orihuela acababa de regresar de Madrid tras un fracasado primer intento de sentar las bases para su carrera literaria.

De los Reyes estaba en esas fechas a punto de editar el primer poemario de Miguel Hernández, “Perito en lunas”, prologado por Ramón Sijé, y por eso le pide recitar algunos de los poemas ante Federico García Lorca. ¿El resultado? Es historia.

Y es que muchos serían los padrinos que Miguel Hernández encontraría en su camino (Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, José María de Cossío...) pero García Lorca nunca fue uno de ellos. Así como hay sintonías a primera vista, Lorca experimentó un claro rechazo por el poeta de Orihuela a primera vista.

La carga aérea tiene grandísimas cuestiones por resolver

La rudeza en las formas y en el tono del habla de Miguel Hernández, su vestimenta coronada siempre por unas humildes esparteñas, pues los zapatos le hacían heridas, en definitiva, ese espíritu indómito y humilde de cabrero , contrastaba con la pulcritud, la finura y el cierto clasismo de Lorca, quien cuando Hernández ya estaba instalado en Madrid rechazó acudir en varias ocasiones a casa de Vicente Aleixandre advertido de que también acudiría el poeta oriolano: “Si Miguel está en tu casa sabes que no voy”, era su frase.

Y es que tampoco empezaron con buen pie. Aquella tarde del 2 de enero de 1933 en Murcia, Miguel Hernández recitó sus poemas ante Federico García Lorca, quien respondió con expresiones de admiración. Nervioso y agradecido, Hernández espetó a Federico.

-Conque... ¡ya soy el primer poeta de España!

Dicen que Lorca se removió en su silla e incómodo respondió:

-Hombre, no tanto, no tanto...

He tenido la oportunidad en el último mes de moderar la mesa sobre carga aérea del SIL, organizada por ACE, así como el Madrid Air Cargo Day, desarrollado por Foro MADCargo.

En ambos foros se ha puesto de manifiesto que el transporte aéreo de mercancías va en España como un tiro. Los ratios de crecimiento son espectaculares. La demanda crece y la oferta empuja hacia arriba de momento sin límite.

Los resultados son más que entusiasmantes. Ahora bien, ¿quiere eso decir que somos los mejores?

Hombre..., no tanto, no tanto, que diría García Lorca.

Y la razón no es ese lugar común de no caer en la autocomplacencia. La carga aérea en verdad tiene en estos momentos grandísimas cuestiones por resolver si es que quiere transformar este crecimiento en liderazgo global.

Definir una capacidad adecuada y competitiva en las infraestructuras, definir una senda de digitalización rauda y eficiente, convertir los servicios paraduaneros en una ventaja y no en un freno y aumentar la oferta de transporte para no desincentivar la demanda son solo algunos de los retos ineludibles de la carga aérea en España.

El crecimiento no puede nublarnos la vista. Hay que actuar con urgencia, desde la humildad y la ambición hernandiana, desde la finura y la valentía lorquiana y desde la lucidez y la genialidad hernandiana y lorquiana. La carga aérea lo merece.