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In memoriam

José Alberto Carbonell

José A. Carbonell
  • Última actualización
    06 junio 2025 05:20

Desde hace unos años, en las empresas ha ganado mucho protagonismo el liderazgo. Seguramente, porque el éxito empresarial sólo se puede conseguir a través de un trabajo en equipo y, para que este funcione, debe de ejercerse un liderazgo con talento.

Enrique Pérez Gómez, hace por lo menos 35 años, ya era un líder de los más brillantes que he conocido. No era uno de esos visionarios capaces de motivar para un objetivo concreto, cuyo impulso suele diluirse una vez alcanzada la meta. Su liderazgo era carismático, fruto de un carácter excepcional y tremendamente positivo. Siempre. Nunca tuvo una mala palabra para nadie, aunque no por ello dejaba de expresar con claridad y honestidad lo que pensaba. No se quejaba frente a las adversidades y, además, ponía énfasis en que crecieras profesionalmente.

Enrique Pérez dedicó casi toda su vida profesional al Puerto de Huelva, organización que formó parte de su vida de forma indisoluble. Sólo se apartó brevemente de ella justo antes de asumir la dirección, cuando se trasladó a Barcelona para trabajar en el entonces Puerto Autónomo de esta ciudad.

Tuve la gran suerte de trabajar con él y para él. Empezamos nuestra andadura en esta institución al mismo tiempo, aunque con una gran diferencia: él había estado 18 años como responsable de Explotación en el Puerto de Huelva, mientras que yo todavía no sabía lo que era un puerto.

Para todos los que tuvimos la suerte de conocerlo, Enrique Pérez Gómez ha sido un referente indiscutible en el sector

Entre otros muchos proyectos, facilitó la instalación de 11 cruceros como hoteles flotantes durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, comportando para ello desplazamientos temporales de aquellas terminales de mercancías más próximas a la ciudad. Fue un reto mayúsculo, y muy necesario, para una ciudad que entonces no contaba con la capacidad hotelera que hoy dispone.

Cuando fue reclamado para ser director del Puerto de Huelva, sé con certeza que desde Barcelona se hizo lo imposible para que continuara su trayectoria profesional aquí. Pero Huelva representaba mucho para Enrique. Tras esa breve etapa en Catalunya, estuvo 20 años al frente de la dirección del Puerto de Huelva. Hoy en día, es poco habitual encontrar profesionales tan longevos en cargos de esta responsabilidad, pero conocía muy bien su rol y mostró siempre un profundo respeto por los presidentes con los que trabajó, llegando incluso, en algunos casos, a una verdadera admiración. Su etapa profesional concluyó de forma abrupta, innecesaria e injusta.

Estoy convencido de que para todos los que tuvimos la suerte de conocerlo, Enrique ha sido un referente indiscutible en el sector. Y no me refiero a sus logros profesionales, sino a su extraordinaria capacidad para cultivar relaciones personales genuinas y duraderas.