La actualidad está que arde. Se mire por dónde se mire. Pero nosotros, a lo nuestro. A los barcos, a los trenes, a los camiones, a los almacenes, a las grúas... que, por cierto, unas veces por un motivo, otras veces por otro, también arden, tampoco escapan del fuego, del que tantas veces se glorifica su poder purificador. Poca broma. Que se lo digan a los transportistas que en la madrugada del pasado 23 de junio, justo la víspera de la Noche de San Juan, manda madre, vieron arder sus camiones de madrugada en un polígono industrial de Larrabetzu, en Bizkaia, en una pira que no figuraba precisamente en el programa de fiestas.
Arden uno, dos, tres, hasta cuatro camiones, y la Ertzaintza anuncia una investigación de las causas de las llamas, por si se trata de un suceso fortuito o si, por el contrario, se hallan restos de algún combustible acelerador que apunte a un fuego provocado. Hasta hoy. No se admiten apuestas. William Hill, Bet365 y Bwin no están para palmar pasta.
También en los últimos meses hemos leído varias informaciones sobre incendios declarados a bordo de buques mercantes, como el con-ro “Grande America” de Grimaldi Lines el pasado 12 de marzo frente a las costas atlánticas francesas, que causó su hundimiento, sin que afortunadamente hubiera que lamentar víctimas mortales. El buque transportaba 45 contenedores con mercancías peligrosas.
Tan sólo dos meses después, otro buque de Grimaldi Lines, el “Grande Europa” sufrió un incendio a pocas millas de Mallorca que, según las primeras investigaciones, se inició en dos vehículos nuevos que transportaba y que después se propagó a otras unidades cercanas que aumentaron las dimensiones del incendio. Tampoco hubo que lamentar víctimas.
Peor suerte corrieron a principios de enero cinco de los 21 tripulantes del car-carrier “Sincerity Ace”, de la naviera MOL, que fallecieron como consecuencia del incendio declarado a bordo cuando navegaba por el Pacífico en la ruta entre Japón y Hawái.
Pero la lista de buques de carga rodada y especialmente de car-carriers que han sufrido accidentes en los últimos meses tiene más muescas, como por ejemplo la del “Golden Ray” de Hyundai Glovis, que zozobró en septiembre frente a las costas de Georgia (EE.UU.) con todos sus tripulantes rescatados.
Tras el accidente del “Grande America” en marzo, y antes de que ocurrieran el resto de catástrofes en buques de carga rodada, Grimaldi Lines ya había reclamado normativas y controles más estrictos en el transporte marítimo, “no solo para las unidades rodantes sino también para los contenedores”. La naviera italiana también solicitó más controles en las baterías de automóviles que, “a menudo causan cortocircuitos”, como los que originaron el incendio de cientos de coches Maserati en el puerto italiano de Savona en octubre del pasado año.
Y hace apenas diez días, durante la XVII Euromed Convention de Grimaldi Group en Sicilia, en respuesta a la pregunta de un periodista italiano sobre los últimos incendios sufridos por buques ro-ro, el consejero delegado de Grimaldi Group, Emanuele Grimaldi, fue tajante al reclamar responsabilidades penales a quienes teniendo la obligación de declarar el embarque de productos químicos o mercancías peligrosas en un contenedor, no lo hagan. Vistas las consecuencias que tal omisión puede provocar, se trata de una reclamación más que justificada. De lo contrario, seguiremos jugando con fuego. Hasta quemarnos.