Hace casi 20 años, el periodista y escritor David Simon nos trasladaba a Baltimore con su “The Wire”, serie referencial para muchos (hasta la tercera temporada en mi caso) en la que descubríamos un mundo de corrupción, drogas, violencia y pobreza a partes iguales.
En la segunda temporada la trama se trasladaba a los muelles y se concentraba en el puerto, en el contrabando de mercancías y en los juegos de poder (y egos) que estaban detrás de la industria de la droga y toda su cadena de transporte. Hoy, con más de 40.000 ciberataques al día, sería más acertado que nos contaran una historia de ciberdelincuencia, su organización y el manejo de los tiempos aplicados al secuestro de datos de grandes empresas y organizaciones.
La ciberdelincuencia se ha incrementado un 125% en España solo en 2020 y el sector del transporte y la logística no se ha librado de las garras (virtuales) de estos delincuentes que, en muchos casos, han aprovechado las debilidades de una nueva forma de trabajar para “limpiar” a los afectados que no saben cómo manejar la situación, ya que, como buen secuestro, lo retenido es tremendamente importante para el afectado y las opciones de rescate son limitadas al no existir siquiera protocolos claros de actuación por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Estamos construyendo nuestro crecimiento futuro sobre la digitalización, la automatización y las nuevas criptomonedas, nuevos espacios en los que los ciberdelincuentes nos llevan ventaja
Para más inri, las pequeñas y medianas empresas son las más perjudicadas por los ciberataques, por lo visto, la economía de escala también se lleva en la delincuencia digital y los hackers protocolizan sus ataques optimizando recursos y minimizando riesgos. Se estima que la pérdida de datos causada por ataques informáticos genera daños por valor de entre 2.000 y 50.000 euros, según INCIBE. En las grandes empresas, las pérdidas ascienden a los 3,6 millones de euros, según IBM. La moneda de cambio siempre son los datos y su relevancia es creciente. Para muestra, un botón: ¿el tema principal del encuentro entre Joe Biden y Vladímir Putin? controlar a sus respectivos ejércitos de hackers. Así las cosas, la ciberseguridad es un reto global. “Se está produciendo una ciberguerra, de momento de manera controlada, tanto que los ciberataques van creciendo mientras la criminalidad fuera de la red desciende, siendo la gran mayoría de ellos fraudes informáticos. Hoy en día, los ciberataques mueven más dinero que la droga, siendo una de sus formas habituales de estafa en la red el phising”, explicó Miguel A. Juan, socio fundador y codirector general de S2 Grupo, en un encuentro de ITI celebrado la semana pasada.
Y ojo que los hackeos ya no solo se quedan en los departamentos de Administración, Operaciones o Comercial, cada vez existen más formas de hackear los vehículos, por ejemplo, mediante un dispositivo de rastreo con 4G. De hecho, #modocotilleoON, ya se comenta en el sector que lo que pasó con el barco de Evergreen, en el Canal de Suez, fue consecuencia de un ciberdelito. Está claro que eso explicaría algunas cosas del incidente que todavía está en proceso de investigación, pero... si fuera así, ¿creen que alguien lo confirmaría? Lo dudo.
Lo que sí que está claro es que necesitamos que la legislación se adapte a las nuevas realidades y los nuevos delitos (triste pero cierto), que los usuarios aprendamos a proteger nuestros datos y que las empresas inviertan en ciberseguridad. Es que no hay otra. Estamos construyendo nuestro crecimiento futuro sobre la digitalización, la automatización de procesos a través de las tecnologías de la información y las nuevas criptomonedas (por cierto, ¿no alucinan con El Salvador y con que el bitcoin sea su criptomoneda de curso legal?), nuevos espacios en los que los ciberdelincuentes nos llevan ventaja. Así que “actualicémonos”.