Ayer, 23 de julio, Coordinadora cumplió 40 años. Para tan singular efeméride el sindicato parece dispuesto a regalarse un preaviso o, como mínimo, a revestirse con las galas de la reivindicación y la movilización, acordes en la fiesta con su historia y su trayectoria.
Disipa así el sindicato mayoritario de estiba el fantasma, no exento de ironía, de haber tenido que andar estos días de especial significación de la mano de la patronal, algo así como ir de marcha a un concierto de AC/DC con polo de Tommy Hilfiger y náuticos de Ralph Lauren.
Huyó además el coordinador Antolín Goya el viernes de emitir un comunicado de prensa. Prefirió escenificar la ruptura con ANESCO recurriendo a la tramoya de la clave interna, el objetivo esencial, publicando un comunicado en la web para todos los afiliados, raudamente rebotado en esas redes sociales tan socorridas para el espíritu asambleario, si bien luego las carga el diablo, como bien racalcara Goya en aquel célebre vídeo robado en los albores del conflicto.
Por tanto, Coordinadora celebra su cuarenta aniversario en la trinchera, para orgullo de sus afiliados, lo cual, por cierto, nos reconcilia con la lógica de un proceso que los políticos creyeron haber resuelto escondiendo la madre del cordero bajo la alfombra de los convenios.
Por eso, ante la batalla definitiva del Acuerdo Marco, se lo digo sin sarcasmo: qué gusto da reconocer al sindicato cuando saca la patita para volver a intentar ganar la gran guerra de los ámbitos, cuando acusa a la patronal de querer cambiar las condiciones de trabajo de forma unilateral, de querer imponer horarios, composición de las manos o, incluso, de querer despedir a la gente sin causa justificada. Qué gusto da igualmente oír la sintonía de sus demandas en torno a regular la capacidad de contratación de los Centros Portuarios de Empleo, en torno a fijar condiciones para las prácticas laborales, en torno a detallar las fórmulas de subrogación...
Ahí está “La Coordinadora”, inasequible al desaliento y presta a jugar sus bazas.
Ahora bien, qué gusto da, igualmente, escuchar a la patronal cuando sin demasiados rodeos ha venido a señalar que no está dispuesta no ya sólo a que se pervierta la ley, sino a que se conculque, con un claro mensaje además hacia todas aquellas administraciones, organismos, partidos y mediadores que decidieron, insisto, derivarlo todo a la negociación del convenio, pues una cosa es proclamar principios, de los cuales están repletos los conocidos reales decretos, y otra cosa cumplirlos, para lo cual va a hacer falta mucho más que Coordinadora y ANESCO intenten de nuevo demostrarse quién tiene más fuerza.
Por eso, no estaría de más que por el bien del sector portuario y del conjunto de la cadena logística española unos y otros supieran estar en su sitio, que no es otro que el de la ley, a pie juntillas.
Por favor, no más retruécanos normativos, no más interpretaciones iluminadas, no más rendijas subversivas, no más arquitecturas para la beatificación del remiendo y la santificación del atajo.
Competencia, Luxemburgo y la pléyade de francotiradores que pululan por este sector están a la espera de volver a sacar a pasear el hacha.
Respetemos la ley y, sobre todo, respetemos su espíritu, que además, créanme, lo tenemos todos muy claro.
Cuesta ejercer el nuevo papel que la ley otorga a las empresas, a los trabajadores, a los CPE, a las ETTs, al ámbito formativo. Cuesta para quienes deben renunciar a la responsabilidad que ya no les corresponde y para quienes deben atreverse a ejercer la nueva responsabilidad otorgada, pero seamos verdaderamente valientes. Todos. No ocultemos la cobardía bajo la cortina del conflicto.