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La España ferroviaria que despierta

  • Última actualización
    10 diciembre 2025 05:20

España ayer ganó una nueva terminal ferroviaria, pero no una cualquiera, sino una terminal ferroviaria con vistas, que es un plus de cero peso estratégico, si bien para quienes somos apasionados de la estética logística merece todo un elogio.

Todo esto ya saben que es muy subjetivo, pero si me permiten, la terminal ferroviaria interior con mejores vistas de España es muy probablemente la de Mérida. Es muy difícil superar el estar casi al pie del Acueducto de los Milagros.

A partir de ahí, les dejo a ustedes que hagan su propia clasificación, sin olvidar que el volumen de terminales en España sin ningún tipo de vistas es más elevado que a la inversa.

Por comentar algunos ejemplos, ya les he contado alguna vez que en el Puerto Seco de Coslada, su primer gerente, Ignacio Marinas, tenía diseñado como “vistas” el colocar un faro marítimo al final de la vía mango. Constatadas las alegrías infraestructurales de primeros de siglo, lo del faro hubiera parecido un juego de niños, pero al final no se materializó la metáfora y Coslada lo que tiene en su horizonte es el Aeropuerto de Barajas, con esa ordenada aproximación de los aviones, que tiene toda su magia.

El ferrocarril no será grande hasta que no alcance capilaridad

A Abroñigal, en cambio, le va quedando muy poca. Sus vistas hasta hace nada eran El Corte Inglés de Méndez Álvaro y, una vez cerrado y edificado delante, ya ni eso, pero esa es la menor de las preocupaciones. Recuerden su clausura programada, rumbo a Vicálvaro, por cierto, futura megaterminal ferroviaria situada junto al cementerio y con vistas... al Puerto Seco de Coslada, por seguir con las metáforas. Es un caso, que conste, distinto al del Puerto de Barcelona. Allí el cementerio tiene vistas al puerto y sus terminales, no las terminales vistas al cementerio.

Pero hoy nos tocaba hablar del Puerto Seco de Salamanca, que en esta línea recuerda mucho a su homólogo burgalés de Villafría, tal vez porque las playas de vías de infinito hormigón transmiten en ambos casos la misma gelidez en invierno.

Villafría también tiene vistas a un aeropuerto, aunque allí las operaciones no tienen nada que ver con las de Madrid, y lo que más se extraña es que desde la terminal no sea vea ese faro que es también la Catedral de Burgos, tan visible en la mayoría del contorno.

Y esta es en cambio la gran particularidad y belleza de Salamanca, con su catedral recortada al fondo de la terminal, que nos recuerda que la logística está hecha para las ciudades y que es un error rodearlas de muros, esos que ahora cuesta tanto derribar.

Se inauguró ayer el Puerto Seco de Salamanca como nuevo símbolo de esa España ferroviaria que despierta, de ese necesario convencimiento de que el ferrocarril no será grande hasta que no alcance capilaridad. Y además con una clara vinculación con las industrias, instaladas junto al Puerto Seco fruto de su eminente vocación ferroviaria y rompiendo esos límites reduccionistas del tren, al que a menudo solo imaginamos para el contenedor.

A partir de aquí, muestra el proyecto de Salamanca los mismos obstáculos que se dan en otras partes de España. Denunció el alcalde los cinco años de retraso que lleva la electrificación de la vía hasta la frontera con Portugal en Fuentes de Oñoro, un Portugal que hay que subrayar que va a ser clave en el desarrollo de la terminal.

Para concluir, les cuento la última anécdota. Durante el transcurso del acto, solo circuló por la vía principal un vehículo ferroviario. Fue una locomotora de Renfe Mercancías, ella sola, sin vagones y cubierta de pintadas. Proyectos como el de Salamanca nos hacen ser entusiastas con el futuro, pero esa locomotora nos recuerda que aún no podemos olvidar el presente.