Dicen que aunque no podamos tocar la eternidad, a veces sí podemos sentir su presencia en un momento dado. Es precisamente lo que me pasa cada vez que sale a escena el tema de la Variante Sur Ferroviaria (VSF) de mercancías del Puerto de Bilbao. O lo que es lo mismo, el nuevo trazado ferroviario destinado a conectar el Puerto de Bilbao con Europa a través de la Red Transeuropea de la que forma parte el Corredor ferroviario atlántico; un enlace ferroviario del que carece el puerto vizcaíno y que, sin duda, mejorará su competitividad.
La VSF, que también podríamos traducir por Vía Sin Final o Vagones Sin Fecha, lleva camino de ser uno de esos proyectos que, siendo necesario, hace que la complejidad de su tramitación técnica, administrativa y ambiental, estire los plazos hasta hacer de la eternidad más que un concepto filosófico, una sensación real de que algunas cosas tienen, precisamente, la condición de eternas.
El modelo de administración pública garantista propio del Estado social de derecho del que nos hemos dotado, fija una legislación clara y detallada para regular los procesos de contratación, ejecución y recepción de obras públicas, favoreciendo que la información sea accesible para el público, fomentando la participación ciudadana y el control social. Una gran conquista social frente a la arbitrariedad que caracteriza a otros modelos de Estado.
Sin embargo, se constata también una delicada relación entre una administración pública garantista, la burocracia y la lentitud que sufren proyectos de infraestructura como el de la VSF, lo que lleva a la necesidad de encontrar un equilibrio entre la necesidad de proteger los derechos de los ciudadanos y la eficiencia en la prestación de servicios públicos como el que el nuevo trazado ferroviario pretende. Y es que, además de favorecer la propia competitividad del Puerto de Bilbao, con todo lo que ello supone, la VSF pretende también mejorar la calidad de vida de los vecinos de los municipios de Ezkerraldea y la Zona Minera, ya que con su puesta en servicio se liberará del tráfico de mercancías de la red actual a las localidades de Santurtzi, Portugalete, Sestao y Barakaldo, eliminándose las circulaciones de mercancías por el área de Ezkerraldea de más de 100.000 contenedores por ferrocarril y en torno a 800.000 toneladas en tren completo.