La industria cerámica castellonense desembarca hoy en CERSAIE valiente, orgullosa y (lo más importante) con un portfolio de productos cargado de derechos laborales, responsabilidad ambiental e innovación. Los objetivos de las empresas del Tile español pasan por recuperar las ventas y la rentabilidad de una actividad lastrada por la competencia desleal de mercados otrora outsiders, hoy mainstream gracias a los volúmenes (mal) facturados, que vienen a confirmar los temores de aquellos que dedican sus esfuerzos a que España sea algo más que el destino de usar y tirar de un turismo cada vez más voraz.
Hablemos claro: el sector de la cerámica y el azulejo nacional sigue registrando datos negativos en sus principales indicadores. La demanda exterior sigue en un acumulado negativo, la producción se resiente y la reactivación no será tan rápida como se desea, porque los competidores extra-europeos han sabido cómo recortar distancias mientras la industria europea perdía competitividad, por culpa de las crisis (energética, de materias primas, guerras...) que vinieron a sumarse a los bloqueos de mercados como el de Argel.
El presidente de la patronal ASCER, Vicente Nomdedeu, habla de la “necesidad de equilibrar el campo de competición y de contar con un marco de operación estable y propicio, con reglamentaciones justas y constantes en el tiempo”. Yo voy con más: hablemos de cómo se consiguen esos precios low cost en los países extra-UE, hablemos de explotación laboral, del uso de materias primas de dudosa procedencia, del dopaje subvencional estatal y de procesos de fabricación tan alejados de la sostenibilidad que ni la otean en el horizonte...
Porque sí, no hay dudas, la industria de la UE compite en desventaja frente a otros productores que venden sus productos en el mercado comunitario sin estar sometidos a regulaciones ni estrictas ni no estrictas. Cero límites, cero responsabilidades sociales.
En este escenario, la industria europea no puede perder más tiempo; hay que resolver el déficit energético, reducir costes (¿ajustar el plano fiscal y la recepción de ayudas sería suficiente? Tengo mis dudas) y descubrir cómo atender a los objetivos europeos de descarbonización, a todas luces, alejados de la realidad industrial.
¿Por qué tenemos que pararnos a apoyar al sector para que recupere la competitividad y rentabilidad perdidas? Primero, por lo que supone para el PIB de nuestro país y, segundo, un punto algo más egoísta, porque si este sector languidece también lo hace su cadena logística.
El producto cerámico requiere, primero, de unas materias primas que deben llegar a territorio nacional para iniciar la producción y, luego, de un transporte especializado que mueva grandes pesos con solvencia y seguridad, así que la logística es estratégica a la hora de presentar la oferta al cliente final. El coste del transporte es importante.
Por eso, los operadores logísticos también viajan a Bolonia esta semana (quieren estar al lado de sus clientes, atender sus necesidades y presentar servicios complementarios al transporte que aporten valor adicional a la venta); por eso, los puertos de Valencia y Castellón se autodefinen como aliados de la industria, dialogan con ella de manera habitual y activan reducciones de tasas y bonificaciones especiales para consolidar los tráficos.
La logística es una herramienta más de competitividad y diferenciación y, en este caso, debe serlo aún más. Apoyemos a nuestros sectores productivos. Nos va el futuro en ello.