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La muy insorportable levedad de los gobiernos portuarios

  • Última actualización
    22 marzo 2024 05:20

Tengo claro que ni la sociedad ni nuestra clase política va a entender nunca la rotunda importancia de la logística española, todo lo que hace por la economía y el progreso sostenible del país y, lo que es más importante, todo lo que podría hacer por añadidura, si la dejaran.

Por definición, un puerto necesita una planificación a largo, muy largo plazo, si quiere sobrevivir en el complejo mundo de la logística. Sus infraestructuras, sus planes estratégicos, sus planes de comercialización y desarrollo, sus gestiones con las navieras y sus complejas alianzas requieren de un tiempo, de una experiencia y una especialización madurada. Para todo ello, los equipos directivos de las autoridades portuarias deberían permanecer en sus cargos y sus responsabilidades durante lustros o, al menos, durante el tiempo en el que su labor fuera obteniendo los frutos que la amplísima comunidad portuaria demanda. El sistema portuario español lo aguanta todo, para mantenerse en unos niveles como los actuales de progreso y generación de riqueza y empleo. Para desarrollarse todo lo que debieran desarrollarse, todo lo que el país necesita que se desarrollen, debemos establecer sin demora un sistema de respeto hacia los máximos representantes de los Puertos. Mantener a las directivas de las distintas autoridades portuarias a salvo de los vaivenes políticos debería formar parte de unos pactos de estado que, obviamente, también son deseables para otros temas de vital importancia.

Mantener a las directivas de las autoridades portuarias a salvo de los vaivenes políticos debería ser parte de unos pactos de Estado

La inestabilidad política es cada vez más acentuada. La elecciones en esta o en aquella comunidad autónoma o en el país, se suceden sin que las legislaturas se agoten. Cuatro años son un periodo corto de tiempo, demasiado corto, para planificar y acompañar el desarrollo de un enclave portuario. Periodos más cortos son un problema más que una solución. No vamos a conseguir nunca que los puertos españoles den a la sociedad todo lo muchísimo que pueden darles, mientras nuestro fluctuante sistema político tenga entre sus monedas de cambio a las presidencias de las autoridades portuarias y toda la caída de fichas de dominó que suele suponer la llegada de un nuevo jefe. En Barcelona, uno de los principales centros logísticos de nuestro país, se avecina, otra vez, la posibilidad de nuevos cambios, a raíz del anuncio del adelanto de elecciones dado a conocer hace dos días. Al igual que ocurre en Bilbao. En Valencia ha habido tres presidentes en unos meses. Triste es, ya me dirán si no, que sea más fácil saber la línea directiva de Tanger Med que la de los puertos españoles. Marruecos, comparada con el sistema portuario español, acaba de empezar en esto. Pero tiene muy claro la línea a seguir, la estrategia, el camino y la meta. Y así les va: comiéndonos la tostada a pasos agigantados.

Nuevas elecciones en Catalunya. Posible nuevo gobierno. Posible nuevo presidente de la APB. Posible nueva directiva. Y a volver a empezar en asuntos, temas y proyectos que no admiten demoras.

Con este sometimiento creciente de los puertos a los políticos, con esta total inestabilidad, no es de extrañar que los grandes proyectos portuarios se prolonguen en el tiempo como si de construir la Sagrada Familia se tratara. Así no solo no vamos a desarrollar nunca todo el inmenso potencial que tiene nuestra logística en general y nuestros puertos en particular, sino que corremos concreto riesgo de ir perdiendo tráficos que tanto ha costado conseguir a aquellos que no cambian con los cambios políticos: nuestros profesionales logísticos. Ya ven... los que están de paso no dejan que progresen adecuadamente los que entregan toda su vida a este sector.