Pocas, muy pocas veces, he encontrado a una persona dedicada a la política que estuviera a la altura de las circunstancias a la hora de intervenir en un debate, jornada o charla en la que la protagonista fuera la logística, en sentido amplio.
Cuando hablo de estar a la altura me refiero a saber de lo que se habla, a no confundir términos, no liar churras con merinas y, por encima de todo, ser perfectamente consciente de lo que implica el sector, de lo que conlleva tener un puerto interoceánico de primera magnitud en su territorio y saber la ingente cantidad de personas que dependen de esta actividad económica, fundamental para cualquier región. Sinceramente, creo que no es mucho pedir, la verdad.
Sí, ya sé que la cantinela es la de siempre: que si tienen muchos frentes abiertos, que si no pueden conocer todos los asuntos perfectamente, que si somos un sector endogámico y opaco, que si somos muy exigentes, que si… chorradas.
Al final casi acabamos por mimetizarnos con esta batería excusas para disculpar a cualquiera cuando su nivel no alcanza los mínimos deseados. Acostumbramos a recurrir a esa expresión genérica: “Ya sabes, es un político y habla de política” cuando queremos zanjar este debate que, la verdad, tiene poco recorrido.
Pues no sé a la clase política cómo sentarán este tipo de comentarios, pero si yo estuviera en su pellejo les aseguro que moriría de vergüenza cada vez que semejante afirmación sobrevolara el ambiente.
Al final es una cuestión de humildad. El que cree saberlo todo, lo que realmente desconoce es su propia ignorancia. Esa actitud de suficiencia, de estar semielevado respecto al resto del mundo y de prepotencia que hace pensar que cualquier cosa que digas está bien, no es más que una falta de respeto hacia los demás.
Yo no puedo escribir de logística pensando que sé mucho más que cualquier profesional consignatario, operador logístico o agente de aduanas. Una máxima que tenemos los periodistas (algunos, matizo) es que siempre se puede saber algo más y que siempre se puede aprender. Desde este prima, matizado por la necesaria humildad, es mucho más sencillo comprender el entorno e integrarse en él, sin duda.
La mayor parte de las veces, cuando la política de viste de logística se transfigura hasta convertirse en una caricatura de sí misma. Sufro por los políticos que intentan echar mano de su palabrería para salvar una situación... “¿Pa qué te metes?”
Dicho lo cual, y como quiera que siempre hay una excepción que confirma la regla, es justo destacar a aquellas personas que, precisamente, nos llaman la atención por lo contrario.
El alcalde de Sagunto, Quico Fernández, es una persona interesante. A poco que se haya seguido mínimamente su carrera política se puede descubrir una actitud reivindicativa y beligerante durante su etapa en la oposición, que es exactamente la misma que mantiene ahora desde su posición de alcalde y máximo responsable de la ciudad. El primer edil no ha tenido el más mínimo reparo en empaparse de logística y del sector para defender su puerto, el área logística y los cientos de empleos que genera esta actividad multiplicadora de la riqueza de la región.
De verdad que da gusto escuchar cómo habla del puerto o de logística sin equivocarse. Gusta ver cómo viaja, hasta China si es preciso, para convertirse en el primer comercial de Parc Sagunt, de su puerto o de su ciudad. Y también hay que reconocer su capacidad para enfrentarse y agruparse a las autoridades portuarias con el fin de arañar espacios y voluntades a la interacción puerto-ciudad.
No es un milagro. Las propias ganas que ha tenido para defender con integridad los intereses ciudadanos son los que le han llevado a ese conocimiento profundo que tanto echamos de menos en política... y les recuerdo que hablo de coherencia, no de colores.