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La segunda muerte de La Naval de Sestao

Alguien debería desactivar ya la web de Construcciones Navales del Norte, S.L. (“La Naval” de Sestao) para evitarnos la profunda desazón al confrontar sus contenidos con la obstinada realidad. Es como mirar el facebook de un amigo que acaba de dejarnos, o el estado de whatsapp de un amor perdido. Retazo del ayer, recuerdo de lo que una vez fue y ya no es ni será. 

  • Última actualización
    12 marzo 2021 19:32

Como el loro muerto del skecht de Monty Python, cuando John Cleese intenta convencer a Michael Palin: “Este loro está muerto, ha pasado a mejor vida, ya no es, ha dejado de ser, ha expirado, ha ido a encontrarse con su creador, es un loro difunto, un cadáver, está privado de vida, descansa en paz, ha bajado el telón, se ha unido al coro invisible. ¡Es un ex-loro!”.

La Naval es un ex-astillero, por mucho que nos dañe la vista leer en su web “La Naval tiene una situación financiera sólida que le otorga la necesaria solvencia frente a bancos e instituciones financieras”. Como el loro muerto de los Python, La Naval ha bajado el telón tras más de 100 años haciendo barcos. Al igual que los Altos Hornos de Barakaldo dejaron de alumbrar todo Bilbao, de las gradas de La Naval, como de las de Euskalduna antes, ya no saldrán más barcos a navegar los oceanos. Al menos, el Erandio sigue siendo de Erandio, y el Kaiku, de Sestao, como en la popular bilbainada. ¡Aúpa!.

Tienen argumentos quienes defienden que el espíritu de La Naval siga vivo, pero la adjudicataria no merece que se ponga en duda el valor de la logística como actividad económica y sostén de la industria. No existe industria sin logística. Y viceversa.

El caso es que La Naval, certificada su defunción en 2019, parece condenada a una segunda muerte, a vivir con sus propios fantasmas en los terrenos que ocupaba desde 1909 junto a la Ría. Ha sido vendida en una puja en la que el grupo inmologístico belga VGP ha ofrecido 36 millones de euros por el principal lote: 280.000  metros cuadrados.

VGP proyecta un nuevo parque “enfocado a actividades industriales”, que  no ha sido bien recibido por el Gobierno Vasco y la mayoría del tejido empresarial, sindical y político de Euskadi, que prefieren que los terrenos acojan actividades industriales por su privilegiada situación con mil metros de muelle en la Ría, y recelan del proyecto logístico de VGP.

Industria frente a logística. He ahí la cuestión. Los detractores de VGP no descartan impugnar la adjudicación y defienden que una actividad logística de almacenaje y distribución de mercancías puede tener mejores ubicaciones en Euskadi. El Foro Marítimo Vasco ve “inadmisible” que se destinen a una actividad no relacionada con el sector naval y la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) denuncia que el proyecto de VGP  peca de “total ausencia de identidad” y “dibuja un paisaje de desolación patrimonial”.

Tienen argumentos quienes defienden que el espíritu de La Naval siga vivo, pero la adjudicataria no merece que se ponga en duda el valor de la logística como actividad económica y sostén de la industria. No existe industria sin logística. Deberían tener esto muy presente aquellos que no pujaron ni un euro más que VGP. Tuvieron su oportunidad. 

Quienes hemos crecido a orillas de la Ría de Bilbao, iluminados por el resplandor de los Altos Hornos de Barakaldo y Sestao, a la sombra de los astilleros Euskalduna o La Naval, nos resistimos a dejar morir esta industria por su innegable valor añadido y capacidad para generar riqueza y empleo de calidad. Disfrutamos de su skyline. La industria deber seguir marcando el pulso en esta tierra, pero igualmente necesaria es la logística, que tal vez no imprima el mismo carácter, y sus almacenes, que tal vez no dibujen un skyline tan sugerente y evocador. La logística ha llegado para quedarse y no es culpable de la segunda muerte de La Naval. El asesino anda suelto.