Si nadie lo remedia, y no tiene muy buena pinta, el concurso voluntario de acreedores al que se ha sometido ATEIA-OLTRA Valencia, puede acabar con la disolución de la sociedad. La imposibilidad de afrontar la sanción emitida en su día por Competencia (13,4 millones de euros), que ha llevado al embargo de las cuotas de las empresas asociadas por parte de la Agencia Tributaria, ha dejado a la asociación al borde del abismo. Tanto es así, que si la administración concursal no consigue que ese embargo se levante, estamos hablando de un final muy próximo. Lamentable.
Mucho se ha hablado ya del asunto (más de una década da mucho de sí) como para volver ahora sobre las mismas cuestiones de siempre, pero creo que es necesario reflexionar en torno a un par de asuntos.
No acabo de comprender bien por qué se sigue intentando cobrar una multa cuyo importe es absolutamente inasumible por una asociación con un patrimonio mínimo y unos ingresos que, si en absoluto permiten dispendios en el día a día, imaginen afrontar un pago de esa dimensión.
Tampoco está claro, nada claro, que llegado el caso se pudiera derivar la responsabilidad del pago de las sanciones a los socios. Así, siendo conscientes como creo que son de que no van a cobrar esa multa, ¿por qué seguir en el empeño?
Pareciera, o a mí me lo parece, que lo que se persigue es el final de la asociación y que se están escudando en un lento y farragoso proceso legal para que caiga por su propio peso. Quizás hubiera sido mucho más sencillo acabar directamente con ATEIA Valencia y evitar así este suplicio… sin duda.
Porque puede parecer una cuestión menor, pero el hecho de que ATEIA se esté difuminando poco a poco es algo que no le ha hecho ningún bien al asociacionismo logístico valenciano en la última década, como tampoco han favorecido las sanciones sobre transportistas autónomos, flotistas y la Asociación Naviera Valenciana.
Efectivamente, esa espada de Damocles colgando sobre sus cabezas ha impedido un desarrollo lógico y acorde con el crecimiento del sector. En realidad, una década marcada por la incertidumbre, los cierres, las desapariciones, las multas, los recursos… ha ayudado poco. Y ante la cerrazón de las administraciones ha sido necesario que cada cual se sacara las castañas del fuego. Evidente.
Una plaza como la valenciana necesita una representación física, directa y permanente
En el caso que nos ocupa hoy, el de los transitarios valencianos, es necesario hacer una reflexión de fondo. Los asociados de ATEIA pueden sentir un ligero alivio al saber que cuentan con el respaldo de FETEIA y la intensa y valiosa actividad que actualmente desarrolla, pero no es menos cierto que una plaza como la valenciana necesita una representación física, directa y permanente.
Son muchísimos los foros en los que los transitarios están presentes y en los que su voz es absolutamente necesaria. Como decía el otro día, ahora más que nunca, en un momento en el que las nuevas formas de competencia vertical amenazan a una profesión que no acaba de coger dimensión para poder competir en igualdad de condiciones, es fundamental ganar fuerza a través del corporativismo, el establecimiento de sinergias y las actuaciones conjuntas en beneficio de todo el colectivo.
Lamentablemente, si no se hace nada al respecto asistiremos a un tétrico triunfo del individualismo y de sus postulados egocéntricos frente a la fuerza y la riqueza de la colectividad.
Si hartos estamos de proclamar que el sector logístico es puntero por su creatividad, capacidad de adaptación e innovación, quizás ha llegado el momento de aplicar estas aptitudes también el asociacionismo. Esperemos.