De camino a Madrid, vía tren de alta velocidad, me sorprendió la noticia: Francia ordenaba suspender el acceso a la plataforma de compra online Shein ante la venta de muñecas sexuales en forma y tamaño de niñas. Ni en mis más asquerosas y terribles pesadillas, ni en mis pensamientos más pesimistas de hacia dónde nos dirigimos como sociedad... jamás se me pasó por la mente que alguien pudiera comprar una muñeca del tamaño de una bebé, de una niña de 2 ó 3 años, con fines sexuales. Nunca lo imaginé -y me alegro de ello-, pero se ve que no es una cosa tan loca como me lo parece.
El capitalismo -despiadado e inmoral como siempre- transformó la violación de menores, la pedofilia, en un producto accesible desde cualquier dispositivo con conexión a internet y la cadena de suministro se puso a funcionar; porque, claro, se había detectado una necesidad, un nicho de mercado al que atender... y, así, Shein (y estoy segura de que también Amazon, AliExpress, Temu y otros cientos de tiendas online) adaptó su catálogo de productos. ¿Hay algo que no se pueda comprar? No. Es sencillo. Siempre habrá quien consiga justificar lo injustificable si le reporta el suficiente dinero. Tristemente deshumanizar a los que vas a explotar es de primero de criminal.
La cadena logística hace su trabajo como puede, más teniendo en cuenta que la labor inspectora no forma parte de sus servicios y eso que ya se le exige cierto grado de supervisión y control
Y así todos nos convertimos en sus cómplices, porque ¿cómo saber qué va dentro de este paquete que estoy entregando en Nantes (Francia), San Gimignano (Italia) o Heidelberg (Alemania)? ¿Cómo discriminar un envío de otro? ¿Cómo saber si debería estar pegando fuego a este contenedor con miles de paquetitos pendientes de entrega? ¿Cómo reconocer a ese comprador (por llamarlo de alguna forma sin que nos dé vomitera máxima) que se esconde en e-commerce para acceder al producto que no compraría en una tienda física?
La cadena logística hace su trabajo como puede, más teniendo en cuenta que la labor inspectora no forma parte de sus servicios y eso que ya se le exige cierto grado de supervisión y control al tener que acreditar con quién hace negocios. Drogas y armas (sobre todo), pero en realidad cualquier producto ilegal, se convierten en las mercancías a denunciar ante las autoridades, vale, pero la cadena logística no puede asumir el trabajo de inspección de los gobiernos y sus fuerzas y cuerpos de seguridad, o de la Unión Europea. Es más, la pregunta sería: ¿cómo protegemos a los operadores logísticos que están expuestos a este tipo de prácticas opacas en la gestión diaria del BL o carta de porte?
Y sí, sé que no todas las empresas del sector logístico-portuario son buenas, por las cosas que pasan, por las operaciones policiales y los controles aduaneros, sé que algunas practican un “mirar para otro lado” digno de medalla olímpica o delinquen directamente, pero no debemos crucificar a toda la cadena logística por ellos.
En este punto, las tecnologías disruptivas podrían ayudar a detectar los productos ilegales en los marketplaces (estoy segura de que ya lo pueden hacer), así que los primeros pasos se podrían ir dando ya. Por ahora, Francia ha confirmado que inspeccionará 200.000 paquetes de Shein llegados al aeropuerto Charles de Gaulle para “verificar la conformidad de los productos, la exactitud de las declaraciones y el cumplimiento de las obligaciones tributarias y aduaneras”. Pero ¿hay alguien en la UE que pueda ponerse con esto en serio? Porque no solo hablamos de muñecas sexuales que imitan en aspecto y tamaño a niñas y bebés sino de cosméticos inseguros, juguetes peligrosos, electrodomésticos defectuosos y falsificaciones rándom. ¿Nos lo tomamos en serio?