Creo que después de ver bailar a los europarlamentarios al son de “La camisa negra”, de Juanes (¿se acuerdan? Año 2006 y el cantante ofrecía un conciertillo para llamar la atención de la comunidad internacional sobre el problema de las minas antipersonales), lo que pasó el miércoles en Parlamento Europeo es lo más friqui que me esperaba que sucediera en una institución europea. De hecho, ya se ha incorporado en mi memoria en la carpeta: “Cosas que no creía posible ver en el europarlamento”.
Que tras años (subrayo lo de años) negociando el Brexit, con cruces de declaraciones, advertencias de unos y amenazas de otros, se diera por finiquitada la relación de Reino Unido con la Unión Europea y todo acabara con los susodichos negociadores cogiditos de las manos y cantando el “Llegado ya el momento de la separación, juntemos nuestras manos en un símbolo de amor...” (versión en inglés, of course), ¿no les pareció un show propio de un reality? Qué a lo mejor soy yo, pero vamos... que no me pareció serio.
Está claro que la canción tradicional escocesa, pensada para desear lo mejor en las despedidas y que aquí todos hemos cantado (o tarareado) en el colegio, pretendía ser un homenaje a los compañeros que se marchaban pero, en medio de todo el miedo que se ha generado en las personas de a pie con asuntos importantes como las pensiones, la cobertura sanitaria, qué pasará con los que han tenido que irse a vivir a Reino Unido o con los jubilados ingleses que se gastan la pasta aquí (¡Benidorm, qué será de Benidorm!), el futuro de las relaciones comerciales, los permisos de trabajo, la burocracia, los turistas, las exportaciones que se van a resentir, etc. etc. etc., el cántico quedó fuera de lugar. La ciudadanía no siente la Unión Europea, bueno, quizás es por cosas como estas... no sé.
Ahora nos quedan 11 meses de negociaciones para que el divorcio se produzca en las mejores condiciones. Pero ¡ojo! que esto se puede alargar más si las partes quisieran. No es serio. Las empresas tienen que saber qué va pasar. Tienen que conocer cuáles van a ser las condiciones para poder crecer, desarrollar nuevos proyectos y, a la postre, poder generar riqueza, esa riqueza que pagará impuestos y generará empleos. Está claro que no nos podemos volver locos e ir cerrando capítulos sensibles como los acuerdos económicos entre Reino Unido y la UE a golpe de “pues vale”, pero empezar la negociación advirtiendo que los 11 meses pueden convertirse en 11+12 o en 11+24, pues no lo veo.
Por ahora, el escenario que se inició el sábado tiene a las mercancías en libre circulación, ya que Reino Unido seguirá formando parte del Territorio Aduanero de la UE y del Mercado Único, pero ya se han tenido que activar cuestiones como el refuerzo de profesionales para cubrir los incrementos de trabajo derivados del Brexit en los controles en frontera, por ejemplo. De hecho, Hacienda ya ha autorizado a Puertos del Estado 50 plazas extra para estas tareas.
Otros, como el Puerto de Rotterdam, el más grande de Europa y el principal acceso de mercancías entre el Reino Unido y la Unión Europea, ya se prepara para la salida sin acuerdo y tiene un parking adicional para los camiones que no tengan los papeles en regla y una zona de refrigeración para los productos que tengan que esperar los controles veterinarios y sanitarios que exigen las normas europeas. Porque más de 600.000 camiones pasan cada año por Rotterdam, moviendo 54 millones de toneladas de mercancías desde y hacia el Reino Unido, así que no pueden estar esperando a ver qué pasa en las negociaciones. Y nos son los únicos.
Céntrense negociadores, céntrense.