El anuncio de la vuelta de los cruceros internacionales a nuestro país tiene muy buen rollo, ¿no creen? No es que yo sea un amante radical de los cruceros (posiblemente porque nunca he viajado en uno, confieso), pero el simple hecho de acercarte a la riba y contemplar que hay vida más allá de las mercancías, pues mola. Eso es así.