La venta de Sending a InPost es otro misil más en la línea de flotación de la marca (logística) España, un valor que en términos netamente operativos y económicos puede que resulte intrascendente, pero que, como cuando se posee se hace alarde de ello (y no creo que sea una pose), una vez se pierde nos debe doler y sobre todo nos debe hacer reflexionar desde un planteamiento muy básico: “Y nosotros, ¿por qué no?”.
Asumimos ya con deportividad que nuestros grandes proyectos logísticos patrios los vayan adquiriendo alemanes, franceses, americanos, suizos o incluso árabes, es decir, economías líderes históricas en logística y mayor tradición de internacionalización, o bien economías literalmente más solventes. Ahora bien, no parece que podamos responder con la misma naturalidad cuando quienes vienen a nuestro país a internacionalizarse con nuestros gigantes sean empresas con, por ejemplo, origen en Portugal o incluso en Polonia. Aquí no hay ni razones históricas ni puede haber sentimientos de inferioridad. Aquí, en verdad, están fallando otras cosas. Las casuísticas, sí, son infinitas, pero creo firmemente que el contexto de país no ayuda, y mucho menos la demonización de nuestros empresarios.