Con motivo del Día Mundial de la Radio, Carlos Alsina, en su programa “Más de uno” de Onda Cero, realizó ayer un homenaje a la radio del “RMS Titanic” y al papel que jugó en la primera y última travesía del que fuera segundo de los tres gemelos de la White Star Line.
Uno de los aspectos más curiosos de la teatralización de “Más de uno” fue la referencia a los 250 mensajes que los radiotelegrafistas enviaron desde el barco por encargo de los pasajeros -mayoritariamente de primera clase- a los que se les ofrecía este servicio de pago.
En una época de comunicaciones tan limitadas y donde las oportunidades de transmitir un mensaje de manera rápida y precisa a la otra parte del océano eran escasas y muy novedosas, uno podría llegar a pensar que los pasajeros limitarían el contenido y las motivaciones de sus escritos en código morse a cuestiones trascendentes.
Ahora bien, les invito a escuchar el podcast del programa de Alsina y a revisar algunos de esos mensajes y verán que su coloquialidad, su intrascendencia o su pragmatismo no difieren en nada de los mensajes que diariamente podemos intercambiar los humanos del siglo XXI por una aplicación como Whatsapp.
En este sentido, muchos creen que las redes sociales han venido a cambiar nuestras vidas y a transformar nuestra forma de comunicarnos, cuando lo cierto es que eso mismo se pudo decir con el teléfono y antes con la radio pero quien les habla es de la opinión de que Whatsapp, teléfono o radio lo que han venido es a aflorar lo que somos y venimos siendo como humanos desde hace millones de años: estos soportes lo que permiten es que nos expresemos en nuestra más pura esencia y con el ansia de lo que creemos una necesidad, lo cual, y este ya es otro debate, no quiere decir que esto sea bueno.
Tras la demagogia siempre viene el desencanto
Cuanto mejor es el soporte de comunicación, menor es el filtro que la limita y, así, lo mismo que ahora le sacamos una foto a un restaurante y nos morimos por contar la textura de sus croquetas, así un pasajero del “RMS Titanic” no se contenía a la hora de informar a su hermano en tierra que los sofás eran más cómodos que los del “Mauritania” o que el whisky era de calidad superior.
Por cierto, en muchos momentos contemporáneos el coste de las comunicaciones ha sido una barrera para los usuarios, cosa que cada vez es menos relevante hoy con, por ejemplo, whatsapp, gratis y con mensajes ilimitados. A este respecto, para los pasajeros de primera clase del “RMS Titánic” los mensajes por radio no eran gratis, pero, dado su nivel económico, como si lo fueran.
No olviden que hablar sin filtro es una de las cuestiones que más enraizan con nuestra esencia animal y que más apelan a nuestra irracionalidad, esa que hábilmente manejan desde que el mundo es mundo los grandes agitadores sociales, con el fin de controlar a las masas, hasta el punto de que cuanto más graves son los problemas y más complicada es su explicación, más socorrida es la simplificación y esa burda manera de hablar desde las entrañas, con la demagogia como arma para engordar instintos y pasiones.
La última exponente de este discurso sin filtro es la “líder” agraria Lola Guzmán, ya célebre por su infame “Os mató pocos la ETA”, dirigido contra los antidisturbios. La Plataforma 6F de Guzmán es, no lo olviden, un clon de la Plataforma del Transporte y Lola es la versión 2.0 de Manolín, nuestro demagogo del secto logístico, con ese discurso siempre incontrolable de partida y de tan espumoso éxito en marzo de 2022, pero que, huérfano de argumentos, de oportunidad y de razón, ya naufragó en noviembre de ese mismo año.
El lunes, como el “RMS Titánic”, sevolvió a hundir estrepitósamente. Tras la demagogia siempre llega el desencanto. Que no lo olviden los agricultores.