Hutchison Ports BEST quiso compartir ayer un acto de futuro, de progreso y de especial ilusión. La llegada de dos nuevas grúas de última generación no es una noticia menor, y requería compartirla con la familia logística.
Nos recordó el evento de ayer los tiempos pretéritos de similares celebraciones. Nos vino a la cabeza la inmensa fiesta que se organizó, hace siete años, con motivo de la inauguración de la propia terminal. Todo eso destaca mucho más cuando lo comparamos con los actuales tiempos pandémicos, con sus haters y negacionistas portuarios, que intentan atacar lo mejor que tiene este colectivo: la alegría y el orgullo de trabar en un sector con tantos alicientes. Un sector donde todo es a lo grande. Donde las magnitudes desbordan las perspectivas antes conocidas. Un sector, nuestra logística, que, sencillamente, mueve el mundo. Y lo hace en colectivo, gracias a la interacción de profesionales de decenas de gremios, sincronizados en una coreografía perfectamente engranada.
De vez en cuando hemos de repetirnos todo esto, ante las faltas del debido respeto y de la merecida consideración que en este país sigue sufriendo la logística, pese a ser un sector más que esencial. Pueden seguir, ahí fuera, minusvalorando el pasado y el presente de la logística. Pueden seguir ignorando el inmenso potencial del sector para construir un futuro mejor, más allá del sol y playa. Lo único que no nos podemos permitir es que a los profesionales logísticos les mermen la alegría de pertenecer a este colectivo.
Barcelona vivió ayer una jornada llena de simbolismo. Pase lo que pase en el entorno de nuestro sector, la logística sigue adelante con fuerza. Y lo hace siempre mirando a corto, medio y largo plazo. Trabajando en local sin perder de vista su esencia global.
Esa conjunción de grandeza y de cercanía, de global y local, es lo que conquista de modo casi fulminante a quienes se asoman a nuestro micro macro mundo
Cuando la terminal de Hutchison Ports BEST se vistió ayer de gala, algunos de los invitados venías de un acto previo, también de especial densidad y significado: otra presentación, la del relevo de Mercè Conesa por Damià Calvet al frente de la Autoridad Portuaria de Barcelona. En la primera conversación que tuve con Mercè, recién llegada al cargo, hace tres años, le dije que tuviera en cuenta que este sector enganchaba como droga dura. No tardó en darme la razón. Las nuevas grúas y la propia terminal de BEST es un ejemplo de la magnitud de nuestro mundo. Del poder de atracción que genera su grandeza. A esto, hay que añadir algo mucho menos metálico y palpable, pero no menos grande: la comunidad logístico portuaria que le da vida. Cada puerto tiene la suya, y en cada una todos se tienen a todos. Al final, o eso al menos me parece a mí, el cariño supera las tiranteces. Las competencias conviven con la camaradería y el colectivo evoluciona hacia ser comunidad y hacia ser... familia.
Esa conjunción de grandeza y de cercanía, de global y local, es lo que conquista de modo casi fulminante a quienes se asoman a nuestro micro macro mundo.
Nos gustaría, así lo pienso y así lo he escrito, que hubiera menos cambios al frente de los organismos que gobiernan nuestros puertos. Mientras, todo aquel que venga como vino Mercè Conesa, con entrega total y con ganas de hacer más grande y mejor la familia logística, será muy bienvenido.
Con unos o con otros, los logísticos no deben dejar de ser agradecidos por seguir trabajando en este sector tan afortunado.
Eventos como los de ayer, con la familia logística y la macromagnitud del sector como protagonistas perfectamente engarzados, nos recuerdan esa suerte. No dejemos de celebrarnos.