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Mi primer barco consignado

  • Última actualización
    08 mayo 2025 05:20

Es bien sabido que la primera vez que emprendemos algo deja una huella imborrable en nosotros. Así fue mi primer barco consignado. Aquel barco quedó grabado en mi memoria de tal forma que hoy, habiendo transcurrido más de setenta años, aún lo recuerdo como si fuera ayer.

Todo comenzó en 1948, cuando cumplí los 17 años. Me puse a trabajar en la agencia de Aduanas “Hijo de Antonio Montesinos”, que despachaba los buques de Naviera Pinillos de “Aduana, Comandancia y Sanidad”. Me encargaron que me ocupara del despacho de estos buques, que escalaban en Valencia semanalmente. Esto me permitió saciar mi afición por la mar, conocer capitanes, tripulaciones y, sobre todo, “pisar muelle”.

Con independencia del excelente trato que siempre recibí en dicha agencia de aduanas, yo no veía un futuro claro para mí. Por lo que me marché y me di de alta como Consignatario de Buques, que era mi obsesión, aunque yo no tenía la representación de ningún armador.

En el atraque de Naviera Pinillos (Transversal de Levante Interior), yo observaba que había siempre una partida enorme de paja, en pacas, con destino a Melilla. Semanalmente se embarcaba una muy pequeña cantidad de esta mercancía en los buques de Naviera Pinillos. Averigüé que el cargador era el agente de aduanas José Montañana y que estaba desesperado por que no podía embarcar las cantidades que le reclamaban desde Melilla. Me fui a su despacho, donde tuvimos una larga conversación en la que me confirmó su desesperación por no poder embarcar mayores cantidades de paja. Le dije que por qué no fletábamos un barco y cargábamos, en un solo embarque, toda la partida de paja para Melilla que había sobre muelle.

Me contestó que él no tenía ninguna experiencia en fletamentos, pero que le parecía una idea muy buena. Le dije que necesitaba unos pocos días para informarle.

Confianza, ilusión, imaginación y atrevimiento fueron las claves

Mi hermano mayor conocía a unos agentes marítimos de fletamentos de Madrid: Claudio J. Nansen. Me preparó una entrevista y me fui Madrid a conocerlos. Recibí un trato excelente y me explicaron todos los detalles que debería tener en cuenta para que este posible fletamento saliera todo correcto. Incluso me llegaron a ofrecer la posibilidad de un buque que estaba en posición, el “Litri”, por si nos podía interesar. Desde Madrid llamé al Sr. Montañana, que inmediatamente me dijo que sí, que adelante. Nansen me redactó una sencilla póliza de fletamento por un viaje, que tan pronto volví a Valencia el Sr. Montañana me firmó de conformidad.

Yo ya tenía hablado con un capataz, excelente profesional, de apodo “el Periquito”, que él se ocuparía de las operaciones portuarias que yo esperaba tener.

Y llegó el “Litri” en lastre y lo cargamos a tope, con una cubertada que el capitán nos tuvo que frenar, porque le impedíamos la visibilidad desde el puente. Todo salió perfecto y el buque descargó en Melilla. Mi preocupación era todas las balas de paja que iban sobre cubierta. Las habíamos cubierto con encerados y trincado bien. No se mojaron, llegaron bien.

El Sr. Montañana estaba muy feliz. Naviera Pinillos inmediatamente le aumentó el cupo de cabida semanal de paja para Melilla, con la finalidad de que no volviera a hacer otro fletamento...

Aquel final feliz después de una apuesta arriesgada, como todo fletamento, no hizo sino reconfirmar mi vocación de consignatario de buques. Nada como la confianza en uno mismo para conseguir hacer realidad los sueños.

Confianza, ilusión, imaginación y atrevimiento, estas fueron las claves del éxito en mi primer barco.