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Miradas de reojo sobre un tablero inclinado

  • Última actualización
    13 noviembre 2023 15:43

No hace tanto, uno de esos sábados lluviosos y sin fútbol, desubicado y sin otro plan alternativo para matar la tarde que ordenar el trastero, encontré en una caja un ejemplar de 1992 de la revista Nueva Sociedad, “Revista latinoamericana de ciencias sociales abierta a las corrientes de pensamiento progresista”. Me vino a la memoria el puesto de la Plaza Nueva de Bilbao al que acudía muchos domingos a husmear en busca de alguna “joya” perdida entre las pilas desordenadas de libros, revistas, tebeos y literatura de todo género, sin importar tanto el tema, la procedencia o el estado del ejemplar, como el precio. Cuanto más barato, mejor.

Así fue como cayó en mis manos aquel volumen de Nueva Sociedad, el número 119, que en su portada llevaba el título de “El orden internacional del desorden mundial”.

“Esta edición aborda el incierto y previsiblemente problemático orden -o desorden- mundial diseñado a partir de los últimos cambios políticos e ideológicos”, decía el prólogo.

En otro de los tomos encontrados en la misma caja, y comprado en el mismo puesto, un tal René Rojas escribía en 1979 en el número 166 de Revista de Política Internacional el artículo “El nuevo orden económico internacional”, que abría con este párrafo: “Quizá la característica más propia del mundo actual sea el vertiginoso cambio que se observa en los distintos países y en los factores que presionan las relaciones económicas internacionales”.

Al igual que en 1979 y 1992, en este 2023 el nuevo orden político y económico mundial sigue siendo incierto, cambiante y problemático, a la vista de los acontecimientos que se suceden en todos los órdenes, incluido el marítimo-portuario. Un ejemplo es el aumento de la influencia de China como potencia global en este ámbito, que provoca ya suspicacias en la Unión Europea por el aumento de riesgo asociado a la pérdida de control de infraestructuras tan críticas para la seguridad como los puertos.

La partida sigue jugándose hoy y China mueve ficha en los puertos europeos

Un reciente estudio encargado por el Parlamento Europeo concluye que “el aumento del riesgo parece ser proporcional a la inversión: cuanto más grandes sean las acciones propiedad de una empresa china de una infraestructura marítima europea, mayores serán los riesgos y sus consecuencias”. El estudio advierte de los riesgos derivados de la “estrategia deliberada de China de aprovechar sus inversiones en infraestructura marítima europea en su propio beneficio, y como resultado de escenarios de conflicto; es decir, el conflicto de Taiwán o litigios entre la UE o los Estados miembros y China”.

Los escenarios de riesgo previstos en el informe indican una situación compleja que no es ni “negocio como de costumbre” ni “sensacionalismo apocalíptico”, pero sí se afirma que las empresas estatales chinas que participan en infraestructuras marítimas europeas “se benefician de una ventaja protegida en el mercado nacional y de una cadena de valor integrada verticalmente bajo la propiedad de la Comisión de Supervisión y Administración de Activos de propiedad estatal (SASAC), que facilitan la expansión anticompetitiva de la cuota de mercado en Europa y los riesgos relativos a la dependencia común del mercado de los proveedores chinos”.

Aunque no está muy claro su origen, la leyenda dice que el ajedrez fue inventado en el 200 A.C. en China por el comandante Hán Xin, que inventó el juego para representar una batalla particular. La partida de ajedrez sigue jugándose hoy y China mueve sus piezas en los puertos europeos sobre un tablero que se dice inclinado hacia uno de sus lados, mientras los jugadores se miran de reojo tratando de adivinar cada movimiento del rival.