La Federación Valenciana de Empresarios del Transporte y la Logística (FVET) presentaba este martes su muy interesante encuesta anual. En un mundo guiado por el fanatismo y la desinformación, tener datos es algo tan raro como valioso. De la intuición de que las cosas no se están haciendo ni bien ni regular en la recuperación post DANA, se pasa a los demoledores datos de la encuesta, y los peores augurios se confirman: más de un 70% de las empresas de FVET han visto disminuido sus márgenes. A la subida de costes que viene soportando el transporte por carretera y al incuestionable hecho de que les sigue tocando hacerse cargo de buena parte de las ineficiencias de otros eslabones de la cadena logística, se ha sumado la ineficacia en paliar los daños causados por la DANA. Podemos afirmar que el sistema, la administración, tiene parte o toda la culpa en los tres problemas. Sobre todo, en el último, el añadido, el que faltaba.
Recopilando todos los datos y las opiniones, volvemos a concluir que el papeleo ha vuelto a ahogar el porvenir y la lógica
Como he comentado en otras ocasiones, en Aportem – Puerto Solidario Valencia nos estamos encargando de gestionar los 400.000 euros que nos han llegado de donativos de toda España y del extranjero destinados a paliar los daños causados por la DANA. Nuestras constantes visitas sobre el terreno nos han llevado a cuajar una idea bastante válida de cómo fue la tragedia, como se ha avanzado en la recuperación, y gracias a quién y a quién no. Concluimos, tras el informe de la FVET, que no hay sector, empresa o particular que esté satisfecho con la labor de reconstrucción que se supone que están llevando a cabo las distintas administraciones, encabezadas por la administración autonómica, como máxima responsable.
Ocho meses después, recopilando todos los datos y las opiniones, volvemos a concluir que el papeleo ha vuelto a ahogar el porvenir y la lógica. Ante tanta y tan clara necesidad de medidas urgentes, de respuesta inmediata, no han sido capaces de vencer al monstruo de la burocracia y la impericia.
Tan solo la gestión particular, privada, se salva de este mar de suspensos. Cuando se ha querido ayudar, de verdad, se ha hecho al instante. No ha habido más norma que la de echar una mano, lo antes posible, a quien se estaba ahogando. La iniciativa privada puede que se haya equivocado en algún caso, puede que le hayan colado alguna petición viciosa o injustificada, pero no hay duda de que lo que se ha hecho, poco o mucho, se ha hecho de inmediato. Hay casos en los que hay que pecar por exceso, de ayuda, digo.
Deseando estoy de conocer a alguien, empresa o particular, que me diga que sí, que nuestros mandatarios han estado a la altura de la tragedia, al menos en su caso. Que han ayudado en tiempo y forma. Que, si bien no se enteraron de lo que pasaba, sí que se han volcado en aportar soluciones con la urgencia que se requería. Me conformaría con un solo testimonio que me indicara algo distinto de lo que dicen todos: que lo poco que se ha hecho en el camino de la recuperación ha sido gracias a la iniciativa privada y que lo de la administración, a día de hoy, sigue siendo un fracaso de dimensiones acordes a la tragedia.